
Pero este planteamiento no es nuevo, ya sabíamos que la mayor parte de los cineastas coreanos (sobre todo los que surgieron bajo la acepción del Nuevo Cine Coreano en la década de los 90) no pueden ser inmunes al ambiente social, cultural y político que los envuelve, y todas estas ideas se ven plasmadas en las producciones y en su manera de entender el cine de género. A pesar de que en este tipo de cine, sobre todo el de cariz más fantástico, los espíritus, las tradiciones y leyendas se convirtieron en protagonistas de numerosas historias (sobre todo a partir del éxito de Hideo Nakata, The Ring), a los coreanos les resulta más terrorífico el retrato de la realidad que les envuelve (la maldad humana, la tortura psicológica, la privación de libertad, la venganza, etc). Desde la Guerra Fría entre ambas Coreas (responsable de un buen número de films de ciencia-ficción o política-ficción, como Yesterday o Hanbando), a films basados en hechos reales (los thrillers Voice of Murderer, basado en el secuestro de un niño, o Holiday, centrado en la fuga de una cárcel), o la crítica político-social que puede verse en los films de Bong Joon-ho: Memories of Murder-Crónica de un Asesino en Serie o The Host.
Como consecuencia de esa visión de realidad, muchos de los escenarios más característicos de los films de género, a diferencia de los ultra-sofisticados despachos vistos en los CSI americanos, son los callejones oscuros, las casas (a menudo de una sola habitación) decadentes, hoteles ‘cutres’ y, cómo no, las comisarías de policía: lugares ruidosos donde abundan los golpes y las collejas… y los sótanos. Y por supuesto, consecuencia también de ese acercamiento a la vida real es la ausencia en el cine coreano del héroe hollywodiense (el Bruce Willis de La Jungla de Cristal o el Tom Cruise de Misión Imposible), y éste aparece sustituido por otros personajes más lúgubres, presionados y torturados por un pasado o por la realidad misma que les oprime, y en la que también los policías muestran en muchas ocasiones una descarada falta de ética y profesionalidad. El ejemplo más claro lo tenemos es la película Memories of Murder o bien en The Chaser.



Siguiendo con los porqués del éxito de estas producciones, no sólo en Corea sino también en festivales internacionales, la Korean Cinema Today comenta que otra de las razones de su universalidad es que “estos thrillers, con los logros evidentes que no pueden ser negados, siguen las reglas del género comercial, pero también añaden una profunda reflexión sobre cómo la búsqueda de la codicia y de la venganza puede traicionar el sentido común y cómo la irracionalidad ha arruinado este mundo en el que vivimos hasta límites insospechados”. Pero no sólo los temas universales hacen que los thrillers coreanos puedan ser los más cercanos a las audiencias occidentales. Uno de los aspectos que sorprende al espectador al ver una película coreana contemporánea, es que el tempo narrativo es mucho más cercano al estándar occidental que cuando observamos una película de otra parte de Asia (Japón, Hong Kong o Tailandia). Comparando dos cintas de género, una japonesa y una coreana es fácil comprender este hecho: la japonesa camina a otra velocidad en la presentación de la historia. A pesar de la distancia, nos es más sencillo entender los mecanismos cinematográficos coreanos (montaje, planos, música, etc.). Gran parte de culpa la tiene la influencia americana en el país (recordemos que desde finales de la II Guerra Mundial hay presencia de soldados americanos en territorio surcoreano), amén de la formación en escuelas americanas de los directores que forman parte de la Nueva Ola coreana, y/o sus referentes europeos.
Una década para la historia:
Las primeras de la clase

La trilogía de la venganza

Un alumno aventajado


La nueva ola ‘noir’
¿Hacia dónde se dirige el thriller coreano en estos momentos? ¿Cuáles son las últimas tendencias?


Tal y como nos adelantaba el KOFIC en su revista mensual sobre cine coreano, el año pasado la taquilla de Corea se decantó por dos thrillers: Moss, un muy entretenido ejercicio de suspense donde el entorno rural se muestra de todo menos apacible, cuyo director, Kang Woo-seok, ya conocíamos desde hace algunos años por la cinta bélica Silmido (una de las primeras películas de la Nueva Ola del cine coreano que pudo llegar hasta nosotros); y The Man from Nowhere, sin duda uno de los mejores thrillers filmados en Corea en 2010 y el megahit del año, un thriller oscuro y violento en la línea de la Venganza protagonizada por Liam Neeson o Leon, la cinta de Luc Besson, y por si fuera poco protagonizada por Won Bin (una de las jóvenes estrellas del star system coreano del momento) que con su carisma y la estilizada dirección de Lee Jeong-beom hicieron que un "thriller más" se convierta en todo un fenómeno: la puesta en escena, la fotografía y el trabajo de cámaras es simplemente excepcional, al altísimo nivel al que nos tiene acostumbrados los técnicos surcoreanos, ayudando a crear una ambientación simplemente perfecta, ideal para una historia noir (por cierto, seguimos de suerte y The Man from Nowhere verá la luz en las carteleras de nuestro país en 2012).
Sin embargo, el éxito de público no acompañó al que sin duda es para nosotros el mejor thriller realizado en 2010, I Saw the Devil/Encontré al Diablo, pues la audiencia quedó excesivamente perturbada con la violencia que ofrece el último film de Kim Ji-woon, al que relegó fuera del top ten del box office (recordemos que algunas de las escenas del film original sufrieron algún que otro tijeretazo por parte de la censura coreana). Encontré al Diablo es el ejemplo perfecto de hacia dónde va el thriller coreano en la actualidad: la búsqueda de las raíces del mal, hasta dónde es capaz de llegar el ser humano cuando entra en la espiral de la violencia, dónde están los límites… Y estas preguntas nos llevan inevitablemente a hablar de unos de los thrillers más importantes de este año en Corea. Sin duda alguna nos referimos a The Yellow Sea, el segundo trabajo de Na Hong-jin, estrenado a finales de 2010 en Corea y que llega ahora a nuestras pantallas (recordemos, el 5 de Enero concretamente): la violencia hiperbólica, el drama social de la inmigración, las bandas mafiosas, una infidelidad como elemento melodramático… Todas las características que hemos comentado en estas páginas en una sola película… aunque la taquilla coreana se quedó a medias y poco más de 2 millones de personas acudieron a las salas a verla. Algo mejor le fue a The Unjust de Ryoo Seung-wan, un thriller político que habla de un hecho real acaecido en los estamentos de la justicia y la política en Corea, con cerca de 3 millones de espectadores.

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