Con motivo del lanzamiento por parte de Intermedio el próximo 1 de diciembre de un cofre que contiene cinco de los films de uno de los directores más prolíficos y fascinantes del cine contemporáneo, Hong Sang-soo, os ofrecemos un extracto del capítulo que la revista Nosferatu ofreció en su número dedicado al Nuevo Cine Coreano, donde encontraréis la visión de Luis Miranda (programador del Festival Internacional de Cine de Las Palmas) de este gran realizador coreano.
Hong Sang-soo es el más secreto de los grandes autores cinematográficos de nuestro tiempo. Cineasta mimado en los últimos años por el circuito de festivales internacionales, su nombre aún se menciona, no obstante, en voz baja y casi siempre haciendo grupo con otros autores representativos de los que algunos llaman “cine minimalista asiático”. Se le compara, cómo no, con el taiwanés Hou Hsiao-hsien, seguramente porque en ambos la combinación de la toma larga y la trama elíptica comunican una densidad de tiempo puro a lo banal. En ellos el relato surge antes del efecto de una puesta en serie de segmentos de vida, que de la reacción en cadena de unas circunstancias. Se le emparenta igualmente con otro antiguo alumno, como él, de la School of ArtsInstitute de Chicago, el tailandés Apichatpong Weerasethakul, porque en ambos aparece un horizonte del relato estructural postmodernista (el llamado “post-relato”). A diferencia de los mencionados, el cine de Hong Sang-soo mantiene su secreto, en primer lugar, no porque sea especialmente opaco para el espectador, sino precisamente por lo contrario: por su tono menor, doméstico: por su “pequeño mundo” tan repleto de cierta “coreanidad” y sin embargo tan ajeno a lo que la mayor parte de público conoce como “cine coreano”. Y en segundo lugar, por “el efecto Hong”: una consideración del relato como juego estructural basado en la repetición. Este juego propone, en algunos casos, distintas vías, distintos desarrollos posibles de un devenir; y en otros, un desarrollo similar, “gemelo”, para dos situaciones diversas y sucesivas.
La bifurcación acontece, por ejemplo, cuando una misma historia se despliega en dos trayectorias simultáneas en el tiempo que se muestran consecutivamente, dando forma a una especia de relato bifronte. Otra veces, la variación es más profunda, y el film se bifurca en varias líneas cuyas zonas de conexión resultan ambiguas: personajes que portan su propia historia y que se cruzan sin que sea posible discernir en primera instancia la cronología de los encuentros –pues estos se repiten porque “pertenecen” a diferentes relatos, es decir, a distintos personajes-, ni tampoco la forma en que la trayectoria de un personaje pudiera afectar a la de otro. Sólo retrospectivamente pueden organizarse las piezas de lo que, en principio, parece una narración lineal: este es el caso del primer film de Hong Sang-soo, The Day a Pig Fell intoTheWell (1966).
En Tale of Cinema (2005) una cita entre dos amantes suicidas acaba por desvelarse como una película contenida por esta que vemos. Pero en la semejanza literal de sus respectivos desarrollos, la primera es re-enviada hacia la segunda como posibilidad abierta de esta última… o viceversa. Se podría comparar con un dibujo que incluyera en su interior sus bocetos previos. En otros casos: Turning Gate (2002), Woman is the Future of the Man (2004) y Woman on the Beach (2006), la narración es una sola, aunque la segunda de las citadas es altemente elíptica y a-cronológica, y las otras dos mantengan la forma del relato lineal aunque perturbado por situaciones simétricas y rimas improbables (en Turning Gate, por ejemplo, un hombre vive una aventura erótica con una mujer, y ras la separación, ora con una mujer distinta. De ambas recibe idéntico poema de amor).
En el cine de Hong Sang-soo se puede percibir la bifurcación como ley estructural incluso cuando aquella no acaba de aparecer de forma literal. Este es el caso de Woman on the Beach, un trabajo que declina su sistema en clave de comedia en mayor medida que en ningún título anterior, y cuya narración lineal está hecha, sin embargo, de repeticiones que guiñan el ojo al espectador avisado. Woman on the Beach empieza con el anuncio de un hipotético relato en paralelo que nunca acontece: cuando el protagonista recibe una llamada telefónica de un conocido que acaba de leer en la prensa la noticia de su propia muerte en accidente de coche. Si bien esto nunca sucede, el espectador espera que, tal vez, si tenga lugar en algún “universo paralelo” del relato. Y en cualquier caso tan extraña situación pone en escena, una vez más, aun de forma condensada, el móvil último de esa ansiedad vital de personaje masculino típico del cine de Hong por apurar una bocanada más (una aventura, un escarceo más). La película termina, por cierto cuando la protagonista abandona la playa en su automóvil… después de girar en dirección contraria a la que, en buena lógica, debería tomar. No es la primera vez que el director introduce gestos, ya no del montaje sino del personaje, que desandan el camino andado: uno de los protagonistas de Woman Is the Future of Man pisa la nieve sobre el jadrín de su amingo y a continuación retrocede sobre sus propias huellas –lo cual de paso, introduce en el juego la ilusión de un cuerpo fantasmal que hubiera desaparecido-.
El lector que tenga la posibilidad de visionar todas las películas de Hong Sang-soo hallará, en primer lugar, una escenografía urbana de esquinas y restaurantes; un ambiente casi unánimemente invernal; y unos personajes que se encuentran súbitamente en una encrucijada. Habitualmente, uno de ellos vive una situación de tránsito –está de paso, en un sentido literal, o metafórico-, mientras que otro vendría a encarnar el papel de amigo/antagonista sedentario. Antes del advenimiento de las bifurcaciones, saltos y (a)simetrías de un relato que, en principio, parece siempre elemental en su sobriedad, esta será la primera imagen.
Afinaré el inventario: a) dos amigos jóvenes –a menudo artistas, siempre toscos en su relación con el otro sexo- y una mujer por la que ambos entran en disputa. Hombres que se mueven como deshechos de un patriarcado inoperante, y cuya torpeza se desdobla en dos modelos: el dubitativo y el depredador; b) una (puesta en) serie de encuentros casuales que terminan en banquete y borrachera, o en sexo de motel desolado, o en ambos casos; c) conversaciones incidentales donde aflora la frustración de los treinta y tantos, la divergencia de destinos, la intransigencia del artista, ya nunca más adolescente; y d) en fin, la bifurcación, bajo las formas que se han descrito y sobre un punto de partida argumental que no en vano se basa en la separación de trayectorias y los reencuentros posteriores.
Luis Miranda. Artículo Hong Sang-soo: tropezar dos veces en la misma piedra. Revista: Nosferatu "Nuevo cine coreano".
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