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jueves, 7 de abril de 2011

Diario de una botella de sake en el Festival de Las Palmas. Día 5. Sale el sol

Cuando la mayor parte de la gente sensata que habita en Las Palmas todavía no se ha despertado, la habitación 419 del hotel Tryp Iberia se encuentra en un auténtico caos: ropa en proceso de doblado esparcida por la cama, catálogo del festival en paradero desconocido, gafas de sol puestas, en solidaridad por los días de calor pasados... No es fácil concentrarse ante tal panorama, por lo que decido, en una de las escasas ideas que se me ocurren esta madrugada, subir hasta la piscina del hotel y beberme lo que queda en el botella de sake de golpe. Seguro que me inspiro, me digo.

Si los lunes son los días estrella en un festival, los días que tienes que hacer la maleta y regresar a tu lugar de origen, guardan una enorme similitud con el último día de tus vacaciones. A saber: haces balance de lo vivido, te paseas por los lugares que has recorrido en un intento de llevarte una parte de ellos a casa y, evidentemente, te despides de los amigos, de la gente con la que has convivido estos días (le dices adiós a la sonrisa de la taquillera de los Monopol, a los camareros de La Vespa que han multiplicado las raciones para que "pases" de la guardar la línea, a los críticos que aún tienen la suerte de quedarse unos días más, al equipo del Festival...)

Pero había una persona de la que me quería despedir de un lmodo especial. Bueno, más que una son dos, ya que funcionan como un equipo. Me refiero al realizador japonés Kazuo Hara y a su compañera a la par que productora Sachiko Kobayashi. Mis compañeros de viaje a lo largo de estos días a través de los documentales que componen la retrospectiva "Touching Extremes", análisis de cuatro personajes extremos del Japón contemporáneo. Ayer se celebró a las 21 horas la master class que cerraba el ciclo, aunque la verdadera clase megistral había comenzado días atrás, extendiéndose a lo largo de cada una de las proyecciones que han compuesto el ciclo, cuando la pareja compartía en el cine sus experiencias, el porqué de sus proyectos, estableciéndose una relación muy especial entre Kazuo, Sachiko y los espectadores del ciclo. Una relación alumno-profesor difícl de conseguir a lo largo de un festival.

Con la proyección de A Dedicated Life (Japón, 1994), unas horas antes, se cerraba oficialmente el ciclo dedicado a Kazuo Hara. El film está dedicado a la figura del escritor Mitsuharu Inoue: un personaje contradictorio y complejo, admirado por sus alumnos y colegas, a la par que mujeriego empedernido y mentiroso compulsivo. Desde luego Mitsuharu supo elegir a la perfección una profesión, la de escritor, en la que fabular y mentir está a la orden del día. El documental es un canto a la vida, a la pasión por hacer lo que quieres hacer, complementada por la lucha emprendida por el escritor a lo largo de sus últimos años de vida,  contra el cáncer que poco a poco va minando su salud... que no su ánimo.

Pero la jornada había tenido su punto de partida unas horas antes. A las doce de la mañana. Horario de la proyección de la cinta china incluída en la Sección Oficial The Ditch (Wang Bing, 2010). La odisea de un grupo de ciudadanos considerados por el gobierno chino a finales de los años cincuenta como "disidentes de la derecha" por sus críticas al Partido Comunista, enviados para su particular "reeducación" a los campos de trabajo de Jiabangou, al norte de China en pleno desierto del Gobi, es un golpe duro, difícil de digerir.

El realizador Wang Bing ya había conseguido captar todo mi interés a través de su ópera prima West of the Tracks, un documental que consta de tres partes, Rust (óxido), Remnants (vestigios) y Rails (raíles), filmado entre 1999 y 2001,  y  que muestra cómo el área industrial del distrito Tiexi en Shenyang, en otro tiempo un ejemplo de la vibrante economía socialista china, se sume lentamente en la decadencia. En The Ditch, Wang Bing se sirve de una estructura de cine carcelario, para sumergirnos en las miserias del ser humano. La cámara no da ninguna tregua al espectador. Muchos son los momentos en los que te entran ganas de abandonar la sala. El espectador sabe que el terror que está contemplando, (el silencio del cementerio donde depositan los cadáveres, el grito ahogado de la mujer que llega de Shangai buscando a su marido, la conversación entre dos de los guardas del campo...) a años luz de las torturas que puede mostrar la saga de Saw al completo, es real. Proviene de lo más oscuro del ser humano. 

Solo un pero a la cinta de Wang Bing (una de las posibles ganadoras de la sección Oficial). Carece de luz. No hablo de una tabla a la que agarrarte antes de ahogarte entre la arena del del desierto, me refiero a esa luz que me niego a pensar que no apareciera en momentos como los que vivieron este grupo humano durante los años 50. Una luz, similar a la del amancer en el desierto del Gobi.

Botella de sake vacía. La gente comienza a despertar en Las Palmas. Buen momento para despedirse. De los hermanos Farrelly, de la Tailadia rural de Eternity. De Jia Zhangke y las calles abarrotadas de Shangai. De norcoreanos y chinos. De Journals of Musan y The Ditch. Y como no, de Kazuo Hara y su mujer Sachiko. Todavía parece que les veo abandonar la sala de los cines Monopol. Ojalá alguien hiciera algún día un documental sobre vosotros. Sobre vuestra manera de entender la vida y el cine.

Hasta pronto, cineasiáticos.

Enrique Garcelán

miércoles, 6 de abril de 2011

Diario de una botella de sake en el Festival de Las Palmas. Día 4. La sombra de Apitchapong es alargada

El día a día de los festivales es similar al día a día de cualquier actividad. El glamour de ver a William Dafoe en la primera jornada da paso a un montón de anécdotas que muchas veces nos perdemos, simplemente porque no estamos ahí para verlas. Hoy me he levantado de humor, después de varios días sin saber que hacer con el equipo de buzo, la crema solar factor 50, la toalla de dos metros de larga y las gafas de sol, a un día de mi marcha de Las Palmas, he encontrado la solución a mis problemas solares. En la sección Panorama proyectan esta tarde a las 16 horas El verano de Goliat, así que... hoy iré bien equipado a la sala de cine.

Y hablando de anécdotas o curiosidades, os podéis preguntar. ¿Cómo van las votaciones del jurado? La verdad es que no os sabría que deciros ya que las deliberaciones son secretas como bien sabéis. Pero hay veces que tienes la suerte de estar en el lugar adecuado y suceden anécdotas como esta. Éramos cinco personas los que asistimos a la proyección de la película china Black Blood, película proyectada el pasado lunes por la mañana en los cines Monopol (público: Amaia, el que os habla, y tres personas más). Pues bien, no os puedo adelantar la película que se llevará al final el premio en la Sección Nuevos Directores, pero sí  puedo aventurar que Miaoyan Zhang no estará en la terna final. Las tres personas que nos acompañaban, los tres miembros del jurado, salieron en grupo pasados cincuenta minutos de la proyección. A eso se le llama votación en grupo y lo demás son tonterías.

Pero vamos a ver lo que dio de sí la jornada de ayer martes. Mi ruta me trasladaba a la tierra de Toni Jaa. A la Tailandia de las tradiciones y de los cuentos populares. A la Tailandia del tsunami y de las relaciones de pareja. Dos películas. Dos secciones. Y la sombra de Apitchapong Verasethakul que es muy.., muy alargada.

Eternity (Tee Rak, 2010) ópera prima de Sivaroj Kongsakul, reciente ganadora del premio a la Mejor película en los Premios de la Academia tailandesa (además de cuatro premios menores más) bebe de la tradición y de los cuentos de fantasmas del folklore tailandés. ¿Es nuestro amor eterno se pregunta el director? Después de trabajar como asistente de dirección de Pen-ek Ratanaruang, Wisit Sasasatieng y Aditya Assarat (director de la segunda propuesta de la jornada), además de trabajar como director de fotografía de Apitchapong, Sivaroj Kongsakul sintetiza en su film tendencias y escritura cinematográfica que hemos visto previamente en estos realizadores (desde la poética de Nang Nak, a puesta en escena de Uncle Boonmee). Una carretera abre el film, un cruce de caminos por el que atravesará en una y otra dirección Witt, un hombre, un fantasma, un espectro que deambula por aquellos momentos de su vida que le llevaron a conocer a su mujer. Eternity es una historia de amor en la que te has de dejar llevar. Y de la que, como ocurre en la vida, puede que te enamores o no.

Desde que en el 2005 Aditya Assarat fuera elegido para trabajar con la realizadora india Mira Nair como parte del programa Rolex Mentor, la vida de este joven director tailandés de 38 años iba a dar un vuelco espectacular. Después de presentar en Las Palmas su primer largometraje Wonderful Town, regresa al festival este año con Hi-So, un film que al igual que Eternity nos habla del amor, y que guarda más de una conexión con su film previo (desde el rodaje de la película, hasta el hotel destruido por el tsunami donde acontecen ambas películas). Hi-So es un film dual que se contempla como un espejo que se abre y se cierra sobre sí mismo: donde un joven actor (una de las caras más conocidas de la cinematografía thai, Ananda Everigham, el protagonista de Shutter) mantiene dos relaciones lastradas desde un principio por la incapacidad del joven Ananda de darse y de compartir. Con una Tailandia rural anclada en el tsunami y en los efectos del mismo, y un Bangkok donde las ruinas se integran temporal y espacialmente con el Bangkok de los rascacielos y de la gente rica, Hi-so explora el amor, la búsqueda de tu lugar en el mundo. Con delicadeza. Con la calma que precede a la tempestad.

Lo mejor del día: Compartir Hi-So con la actriz Cerise Leang. Ya no sabía hacia donde mirar, hacia la pantalla, o cinco asientos por delante. Daba la impresión de que me encontraba en La Rosa Púrpura del Cairo de Woody Allen, y que en cualquier momento iba a traspasar la pantalla y plantarme en el set de rodaje y compartir un combinado de coco con Cersie y Ananda.

Lo peor: Que todo lo bueno se acaba y que si nadie le remedia, a la botella de sake le quedan unas gotas en su interior. Esperaremos a mañana para bebérnoslas.

Enrique Garcelán

martes, 5 de abril de 2011

Diario de una botella de sake en el Festival de Las Palmas. Día tres. Los lunes al sol

Los lunes son días especiales dentro de un festival. Días que nada tienen que ver con el resto de los lunes del año. A saber: el primer día de la semana es el que más rabia te da despertarte. Y desde luego, mejor que nadie te hable hasta que llegues al trabajo, ya que no empiezas a sentirte bien hasta bien pasadas las seis de la tarde. En un festival la cosa cambia, por eso los llamo. “los lunes al sol”. A saber: la programación no es tan estresante como lo ha sido durante el fin de semana; ¡por fin puedes tomarte un café tranquilo repasando la programación! Y lo mejor, cuando caminas por la calle rumbo a la sala de cine, tienes la sensación de que el tiempo se estira y se estira…mucho más que los brazos elásticos de Mister Fantástico en el universo de Stan Lee, donde va a parar. Sin duda, son mis días favoritos del año.
Me levanto, Lo primero que hago es mirar a través de la ventana. No hay duda, me coloco el bañador (prometí que si llovía, iba con el bañador a la sala. Otra vez, mejor me callo). La primera parada es la cafetería frente a los Monopol. El desayuno de los campeones: café y algo más de café. La primera sesión está a punto de comenzar. Luces. Cámara. Acción.
Black Blood (Zhang Miaoyan, China, 2010) Leo con detenimiento el nombre del director. Amaia Torrecilla (una de las dos personas responsables del BAFF con la que comparto sesión), me comenta que proyectaron su primera película  en el 2006, Xiaolin Xiaolin y que es un director bastante interesante. Miro su edad: nació en el año 64. Ya tenemos algo en común, me digo. Imagino entonces lo difícil que debió ser nacer en Manchuria y crecer inmerso en la Revolución Cultural. Empezar a escribir a temprana edad y ser censuradas todas las historias que escribes. Los personajes que habitan en Black Blood viven en esta sensación de hermetismo e inmovilidad. Una pareja de campesinos (marido, mujer y niña) viven abandonados en medio de la nada. Mientras la radio nacional habla de los logros de la nueva economía china, él bebe un cazo tras otro de agua. Una acción que veremos reiteradamente en la pantalla. Pronto descubriremos el porqué. Porqué ese hombre que aparenta treinta y tantos, aunque quizá tenga veintidós años, vende su sangre a diario en el mercado negro, para asegurarle a su hija un futuro que él solo escucha a través de la radio. Una película que camina con ritmo propio, pero que lentamente, si le damos espacio, cala en el espectador y nos transporta a otra China, lejos de las aglomeraciones que Jia Zhangke nos mostrará en I Wish I Knew… Lejos de todo el mundo.
Robert Aldrich, realizador de cintas inolvidables como Qué fue de Baby Jane?, Doce del Patíbulo o El Beso Mortal, ha sido el encargado de sumergirme en mi cita diaria con el cine negro americano, con la adaptación de la novela “No hay Orquídeas para Miss Blandish” (James Hadley Chase), uno de los grandes hitos de la novela negra ambientado en plena depresión americana. Influenciado por películas como Bonny and Clyde (1967) o Mamá Sangrienta (1970), Aldrich consigue con La Banda de los Grissom (USA, 1971), una de las mejores películas de gángsters rurales de la época de la depresión. Una banda de psicópatas gobernada por una madre de armas tomar se topa con el secuestro de una joven millonaria. No hay tregua desde el primer minuto, y así nos lo hacen ver los protagonistas, con sus rostros sudorosos desde el primer al último fotograma. La función no tiene pinta de acabar bien, y desde luego no va a acabar bien. No hay empatía posible, no hay tregua para el espectador.
Pero mi cita del día se encontraba a miles de kilómetros de distancia del sur americano. Mi viaje iba a llevarme a Musan. No, no me refiero a Busán o Pusán como se conocía con anterioridad una de las ciudades portuarias más conocidas de Cora del Sur, escenario de  uno de los Festivales de cine más importantes de Asia. Mi cita estaba en un pueblo perdido de Corea del Norte, el lugar de nacimiento del protagonista de The Jorunals of Musan (Park Jung-bum, 2010). Desde que hace unos meses me enteré de la existencia de esta película, proyectada en el último Festival de Pusán donde se alzó con dos de los principales galardones, no he podido dejar de seguirla. Así he podido conocer algo más acerca de su director y actor (en la película interpreta el personaje principal). Y descubrir cómo tras realizar sus estudios de Educación Física, se embarca en la aventura cinematográfica, acabando hace tan sólo unos años, como asistente de realización de Lee Chang-dong en Poesía.
Y la verdad es que viendo las primeras imágenes de The Journals of Musan, uno tiene la sensación de encontrarse frente a alguien con la capacidad crítica y la sensibilidad que impregna Chang-dong a sus proyectos. La cámara fija su objetivo: la vida de los norcoreanos que han desertado de su país, e intentan abrirse camino en su hermana Corea del Sur. El encuadre lo atestigua: cámara en mano seguimos a nuestro protagonista hasta la iglesia, donde el coro nos recuerda preceptos tan sólidos dentro de la religión como son el perdón y la ayuda cristiana. Y el espectador empieza a tenerlo claro. Van a ser muchas las dificultades que este joven encontrará a lo largo de su camino. Y desde luego, no se equivoca.
Una mirada triste pero a la vez optimista. Un camino largo pero no infinito. The Jorurnals of Musan, como hiciera Breathless hace un par de años, mantiene nuestra fe en el cine coreano. Porque más allá de blockbusters, que los hacen y bien, la cinematografía coreana sabe también ahondar en otras temáticas que no necesitan de un holgado presupuesto para acercar al cine a los espectadores. Seguiremos con expectación el estreno de la película en Corea. Se estrena el jueves 7 de abril. Y seguiremos la carrera del joven director.
Hay muchos matices, pero me quedo con la secuencia final, ese plano fijo que el director parece no querer acabar nunca. Ese momento que lo decide todo. En el que es tan fácil desandar lo caminado.
Real como la vida misma.
Enrique Garcelán

lunes, 4 de abril de 2011

Diario de una botella de sake en el Festival de Las Palmas. Día Dos: Paseando por Shangai

Lluvia aparte, la vida en Las Palmas es de lujo. De entrada te despiertas una hora más  tarde que en la península, algo que ya le gustaría al 90% de la población residente en la ciudad donde vivo, Barcelona (al 10% restante no es que le importe mucho, me refiero a la generación ni-ni-ni, porque se despiertan cuando quieren). Pero esto de la hora puede resultar incluso divertido si haces como yo, no atrasar el reloj cuando llegas al aeropuerto. Lo peor que te puede suceder: que tengas que esperar una hora si has quedado con alguien a comer. Lo mejor: nunca llegas tarde al pase de ninguna película, no hay excusa posible. Recomendación: lleva a mano siempre un libro en Las Palmas, porque vas a tener tiempo de leer más de lo que acostumbras a hacer.
Hablando de libros, hay uno que os recomiendo desde ya. "Neo Noir: Cine Negro Americano Moderno". Libro publicado por el Festival de cine de Las Palmas y coordinado por el escritor y crítico de cine Jesús Palacios como complemento de la retrospectiva: "Neo Noir. Mutaciones y nuevos caminos del cine negro americano:1960-2001". Libro y retrospectiva realizados con la intención de seguir y cerrar la senda abierta por el Festival con el libro y ciclo "Gun Crazy. Serie Negra se escribe con B", al que siguieran "Euronoir. Serie Negra con sabor europeo" y "Asia Noir. Serie Negra al estilo oriental".

Neo-Noir retoma el cine negro americano al final de su etapa clásica  –hacia 1960-, para analizar y mostrar las diferentes mutaciones y estilos que ha ido adquiriendo con el paso de las décadas. Ayer tuve la oportunidad de revisitar uno de los títulos de la retrospectiva, también coordinada por Jesús Palacios, Underworld (Bajos Fondos, 1961) donde Samuel Fuller ejemplifica a lo largo de 99 minutos las virtudes del cine negro americano: blanco y negro, primeros planos, el humo de los cigarros impregnando cada una de las secuencias (desde aquí le recomiendo la película a nuestra Ministra de Sanidad, Leire Pajín), la venganza como motor de la narración, el código del silencio de los bajos fondos, el destino trazado de los personajes. Sin duda una de las grandes obras de Samuel Fuller que retrata de forma cínica el mundo de la mafia y de la corrupción.

Pero además de visitar los bajos fondos de la America profunda, el día nos tenía preparado otro viaje. Uno que nos iba a conducir directamente al corazón del gigante asiático. Un recorrido a través de más de 60 años de la historia reciente de China, Hong Kong y Taiwán que el realizador chino Jia Zhangke presentaba dentro de la Sección Oficial. I Wish I Knew (China, 2010), realizada con motivo de la Exposición Universal de Shanghai de 2010, ahonda en la estructura narrativa documental que Jia Zhangke descubriera en Dong (2006) y que continuaría explorando en Useless (2007) y 24 City (2008). Fotografía y sonido (directo y en off) se dan la mano para visualizar las entrañas de Shanghai. Y como telón de fondo, los personajes. Anónimos algunos, integrantes del mundo de la cultura otros (donde tienen cabida directores de cine de la talla de Hou Hsiao- Hsien, a la actriz y cantante Wei Wei). Personajes a los que Zhangke sentará en diferentes puntos de la ciudad para que vayan guiándonos a través de la historia reciente de China: desde la formación de la República China en 1949, a las heridas no curadas de la Revolución Cultural, o imágenes del el exilio taiwanés... Bello retrato de una ciudad y por extensión de toda China donde el cine cobrará un importante papel tanto narrativo como argumental. Una cita ineludible, sin duda.

Tanto viajar, evidentemente me provocó cierta hambre. ¿Y dónde se puede comer si estás inmerso en los vaivenes del Festival de Las Palmas? Lo mejor y más recomendable es que no te alejes del núcleo central próximo a las salas Monopol. A pesar de que contamos con una hora más (en el caso de que no hayas retrasado el reloj), lo mejor es no tentar a la suerte. Una recomendación: si en otra vida paseaste a través de la Toscana y te gusta la pasta más que a Berlusconi, tienes que pasarte por La Vespa. Local italiano pero ambiente cinematográfico (es divertido decidirse por una pizza Desayuno con Diamantes o Tiburón) , y con un servicio que te hará pasar un rato muy agradable, entre sesión y sesión, Allí comimos ayer Javier Tolentino (responsable de uno de los programas más intersantes de Radio Nacional, El Séptimo Vicio) y Menene Gras (responsable de Cultura y Exposiciones en Casa Asia). Charla cinematográfica al ritmo de berenjenas rellenas, pizza vegetal, ensalada, y panacota.

El día se culminaría horas más tarde con la proyección de The Emperor's naked Army Marches On (Kazuo Hara, 1987. La película gira entormno a la figura central de Kenzo Okuzaki, un ex combatiente de la Guerra del Pacífico que emprendió una cruzada contra el Emperador japonés, contra todo el sistema, en denuncia por los actos espantosos que acontecieron durante la guerra. El director Kazuo Hara se encontraba con nosotros para presentar la proyección en la sala 4 de los cines Monopol. Fue muy claro. "Si tuviera que presentar y hablar de Kenzo Okuzaki, es probable que no dejara de hablar durante una hora y media. Intentaré resumirlo.."  Imagino que recordaría el director el primer día que se entrevistó con Okuzaki, tras pasarle el proyecto de realizar un documental sobre su vida, el también realizador japonés Shoei Imamura. El encuentro tuvo lugar en la casa de Okuzaki. Estuvo con él desde las nueve de la mañana hasta las tres y media de la tarde, y durante todo ese tiempo, durante esas siete horas, el único que habló fue Okuzaki. Kazuo Hara sólo tuvo tiempo para decir "sí", o "no". Allí decidió rodar la película que estábamos a punto de ver. Un documental rodado en formato de road movie, y a través del que, a parte de la anécdota de ver a un hombre excesivo (en sus formas, en el argumento de la violencia), trasluce una crítica profunda a lo que significa la guerra, desmitificando temas como el honor en el campo de la batalla. 122 minutos que se hacen difíciles de digerir... sobre todo si después leemos las páginas internacionales de cualquier periódico nacional.

Creo que voy a dejarlo aquí. Me da la sensación de que me he convertido en el alter ego de Okuzaki. Hablo, hablo y no dejo de hablar. Mejor será cerrar los ojos... soñar en blanco y negro recorriendo las calles transitadas de Shangai, a la vez que olvidamos por unos momentos que a pesar de todo, la guerra continúa. Buenas noches, cineasiáticos.

Enrique Garcelán

domingo, 3 de abril de 2011

Diario de una botella de sake en el Festival de Las Palmas. Día Uno.


Amanece en Las Palmas. Andaba yo preguntándome acerca de cómo titular este diario, y tras varios intentos infructuosos (que jamás desvelaré) al final he decidido bajar a la playa a ver si las olas me inspiraban. Hora y media más tarde, iba ya a regresar a la habitación del hotel resignado, pensando: "al menos hoy has hecho deporte", cuando mi pie impactó con una botella. Nada hubiera sucedido si la botella hubiera sido una botella de Coca-Cola... pero para mi suerte, y desgracia del que la perdió (estaba medio llena), se trataba de una botella de sake. Y más extraño aún, tenía un mensaje en su interior: "He naufragado en esta maravillosa Isla... Por favor, no vengáis a salvarme".

Bienvenidos al Festival de cine de las Palmas. Bienvenidos a mi diario del festival.

24 horas desde que el avión de Spanair me depositó en esta maravillosa isla. El desplazamiento del aeropuerto al hotel (además de los divertidos comentarios de Manolo, uno de los chóferes oficiales del Festival, acerca de la polémica originada en la Isla por el tamaño de los atributos de una estatua situada al pie de la playa)  me sirvió para recordar algunas de las pasadas ediciones del Festival de Las Palmas. Un festival con una identidad bien definida y una apuesta valiente: ofrecer al público aquel cine al que muchos denominan "invisible" por la dificultad innata que encuentra de ser estrenado en salas comerciales al lado de Torrentes o Invasiones alienígenas.  Llego al hotel a las tres y cuarto de la tarde. La primera sesión es a las cuatro. Me temo que voy a tener que correr otra vez. Esto cada vez se parece más a Sitges.

A las cuatro menos cuarto me tomo una coca-cola con una o dos patatas en el Bocata que se encuentra junto a los cines Monopol, los multicines enclavados en el céntrico barrio comercial de Triana, que con sus siete salas, alberga el grueso de la programación del festival. Paso a recoger las entradas de acreditado (en la calle paralela a la entrada de los cines, y allí saludo a la taquillera que sigue con la misma sonrisa con la que nos despedimos el año pasado). Primera decisión: ¿qué veo? En menos de 60 segundos lo tenía que tener claro. A las 6 y a las 8 me aguardaba el japonés Kazuo Hara. Eran las 4, hora de alegrarme la tarde. ¡Los Hermanos Farrelly en Las Palmas! ¡Qué bien, pensé! Además de cine invisible, Las Palmas también nos regala de tanto en tanto pequeñas dosis de cine comercial. Me vino a la cabeza el comentario de Carlos Boyero a raíz de Algo pasa con Mary, una de las anteriores películas de los hermanitos en cuestión: "Tontería con banales pretensiones de ser políticamente incorrecta".  Justo lo que andaba buscando.  Dicho y hecho. A la sala.

Hall Pass (o Carta Blanca, como se conocerá en España) posiblemente no llegue a estar nominada a los Globos de Oro, aunque algo más de comedia que El Turista si que tiene. Como dice el bueno de Boyero, los Farrelly siguen empeñados en ser políticamente incorrectos, aunque al final todo acabe bien para las dos parejas protagonistas que atraviesan la crisis de monotonía de los 40, y dedican su existencia a la búsqueda de nuevos "objetivos sexuales", sobre todo ellos, aunque ellas también lo hagan aunque sin saberlo. La solución: dale a tu pareja carta blanca, es decir una semana en la que puede hacer todo aquello que le venga en gana. Comedia de enredo, sexo, y escatología a la orden del día. Una escatología que alcanza su zénit en la secuencia donde uno de los dos protagonistas, tras ligar o creer que ha ligado a una joven, comparte baño con su amada, que está entre el vómito y la... Mejor lo veis.

Nada más salir del cine me queda tiempo para volver a situarme en la cola, saludar a varios críticos habituales del festival, y entrar en la sala 4 de los Monopol donde nos aguardaba Kazuo Hara. He de reconocer que poco sabía acerca de este realizador antes de mi viaje a Las Palmas. Había tenido la suerte de ver una de sus obras: The Emperor’s Naked Army Marches On, la única que ha podido verse en España, en concreto en el festival Documenta de Madrid. Pero evidentemente tener la suerte de contar con el director en cuestión y hablar con él, te permite tener una mayor visión del conjunto de su obra y comprender los porqués que le llevaron a hacerla.

Kazuo Hara es uno de los realizadores fundamentales para entender el cine documental japonés de los últimos treinta años. Un apunte: desde 1972 cuando comienza su carrera con 25 años a la actualidad, sólo ha rodado cuatro documentales y una película de ficción, lo que entronca con el carácter comprometido y de militancia que siente Kazuo Hara hacia el género del documental.

Imagino el revuelo que debió armarse en Japón en 1972 con la proyección de su primera obra, Sayonara CP, donde el realizador sigue a un grupo de discapacitados de parálisis cerebral (CP). Evitando cualquier tipo de empatía hacia este grupo que personas, el documental da voz a los discapacitados para que exterioricen todo aquello que quieren decirle a la sociedad en la que viven. La cámara de Hara se introduce dentro del grupo, vive con ellos, hasta hay veces en las que obliga al espectador a cuestionarse dónde se encuentran los límites de lo que puede filmarse o no. El realizador analiza la realidad, pero también la dota de estructura narrativa: así veremos a los discapacitados arrastrarse por el suelo (y la cámara los sigue a su nivel), cuando normalmente se desplazan en silla de ruedas, o llegar a la a secuencia central donde uno de los protagonistas está a punto de ser abandonado por su mujer... y la cámara se encuentra ahí, intentando impedir este divorcio. Cruda, difícil de ver, Sayonara CP representa una mirada diferente a la vez que necesaria hacia la marginalidad y lo que significa.

Hablaremos en varias ocasiones de Kazuo Hara, para hoy domingo hay concertado un encuentro con él en el Café Madrid a las cuatro de la tarde, así que seguiremos navegando por las aguas del documental japonés… y así tendré la oportunidad de contaros algo más del segundo documental que he tenido la oportunidad de ver: Extreme Private Eros. Sólo un apunte. El documental sigue a lo largo de varios años la vida de la ex mujer de Kazuo Hara, una joven que abandonó al director tres meses después de haber tenido su primer hijo. Interesante premisa, ¿verdad?

No quiero cansaros más de la cuenta. Queda mucho festival por delante. El camino de vuelta al hotel, tras una frugal cena (lo primero tras las tres patatas del Bocata que recibía mi estómago a las cuatro de la tarde) transcurrió con normalidad. Las primeras gotas empezaban a caer. Llovía sobre Las Palmas… Ya lo decía mi madre, “hijo, en otra vida seguro que fuiste paraguas, porque el agua parece acompañarte”.

Enrique Garcelán

martes, 22 de marzo de 2011

Festival Internacional de Cine de Las Palmas 2.0: Programación asiática

Mientras en Hong Kong todavía se están recuperando de la fiesta de inauguración del Filmart, esta mañana el Festival de Cine de Las Palmas ha realizado su presentación oficial: renovando su web y difundiéndose a través de las redes sociales Facebook, Twitter, Flikr y Posterous. El Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria llega en 2011 a su duodécima edición. Un espacio para el cine que vive entre distintos mundos: entre lo narrativo y lo experimental, entre el autor y la tendencia, entre el Norte y el Sur, entre Oriente y Occidente, entre la imagen y la palabra, entre la ficción y la no-ficción. Un Festival en el que CineAsia siempre ha estado presente, y del que os mantendremos informados “in situ” del 1 al 9 de Abril.

Este año la presencia asiática en Las Palmas va desde cineastas consagrados como Jia Zhangke o Wang Bing, a figuras emergentes en el panorama internacional, tales como el coreano de Park Jung-bum o el tailandés Sivaroj Kongsakul, reciente ganador de los Premios de la Academia Tailandesa con Eternity. Así que sin más preámbulos procedamos a desgranar los títulos asiáticos y las secciones en las que podrán verse:

Dentro de la “Sección Oficial” destacan cuatro largometrajes: I Wish I Knew (2010, 138 min.) del cineasta chino Jia Zhangke; Hi-So (2010, 102 min.) del tailandés Aditya Assarat; The Ditch (2010, 109 min.) co-produción entre Hong Kong-Francia-Bélgica dirigida por Wang Bing; y Year Without a Summer (2010, 90 min.) que nos llega desde Malasia de manos de Chui Mui. A su vez en la categoría de cortometrajes podremos ver Rosalinda (2010, 40 min.), una co-producción entre Argentina y Corea del Sur dirigida por Matías Piñeiro.

Por su parte, la sección “Memorias del mal. El cine, la rememoración y los traumas históricos de un siglo” cuenta con títulos como S-21, La Machina de Mort Khmère Rouge (2003, 101 min., Camboya-Francia) de Rithy Panh; Aufschub (2007, 40 min., Alemania-Corea del Sur) de Harun Farocki y He Fengming (2007, 186 min., China) de Wang Bing.

Uno de los títulos más aclamados del año, que se alzó con el premio a mejor película, mejor actor y mejor director en los I Premios CineAsia será proyectado dentro de uno de los espacios más queridos del festival “La Noche Más Freak”, coordinada por Jesús Palacios: I Saw the Devil (2010, 143 min., Corea del Sur) de Kim Jee-woon.

Las nuevas promesas del cine asiático que podremos conocer dentro de la sección “Nuevos directores” son: Black Blood (2010, 128 min., China-Francia) de Zhang Miaoyan; The Journals of Musan (2010, 127 min., Corea del Sur) de Park Jung-bum y Eternity (2010, 105 min., Tailandia) de Sivaroj Kongsakul.

En “Déjà vu: carta blanca a Luis Miñarro” resalta Jalsaghar (1959, 100 min., India) de Satyajit Ray. Y dentro de la “Sección informativa (Panorama)”, The Tiger Factory (2010, 84 min., Malasia-Japón) de Woo Ming-Jin y Kantai (2010, 95 min., Japón) de Fukada Koji.

Por último podremos hacer un recorrido por las cuatro películas que el realizador japonés Kazuo Hara ha realizado desde 1972, dentro de la sección “Touching Extremes: Kazuo Hara Film Series”. El cineasta nipón es uno de los grandes nombres de la historia del documental contemporáneo. Su cine da visibilidad a sujetos incómodos que perturban profundamente a la sociedad de su país. Títulos como Sayonara CP (1972, 82 min.), Gokushiteki eros: Koiuta (1974, 98 min.), Zenshin Shosetsuka (1994, 157 min.) y Yuki Yukite Shingun (1987, 122 min.). Además, para darle más interés al ciclo, Kazuo Hara y su productora y compañera, Sachiko Kobayashi, estarán presentes en el festival para presentar al público estos cuatro documentales de los que se ha dicho que "cambiaron los límites de lo que podía ser filmado", y a los que el propio cineasta define como "películas de acción".

Así que en breve seguiremos informando. Próximo destino: Las Palmas de Gran Canaria.