Amanece en Las Palmas. Andaba yo preguntándome acerca de cómo titular este diario, y tras varios intentos infructuosos (que jamás desvelaré) al final he decidido bajar a la playa a ver si las olas me inspiraban. Hora y media más tarde, iba ya a regresar a la habitación del hotel resignado, pensando: "al menos hoy has hecho deporte", cuando mi pie impactó con una botella. Nada hubiera sucedido si la botella hubiera sido una botella de Coca-Cola... pero para mi suerte, y desgracia del que la perdió (estaba medio llena), se trataba de una botella de sake. Y más extraño aún, tenía un mensaje en su interior: "He naufragado en esta maravillosa Isla... Por favor, no vengáis a salvarme".
Bienvenidos al Festival de cine de las Palmas. Bienvenidos a mi diario del festival.
24 horas desde que el avión de Spanair me depositó en esta maravillosa isla. El desplazamiento del aeropuerto al hotel (además de los divertidos comentarios de Manolo, uno de los chóferes oficiales del Festival, acerca de la polémica originada en la Isla por el tamaño de los atributos de una estatua situada al pie de la playa) me sirvió para recordar algunas de las pasadas ediciones del Festival de Las Palmas. Un festival con una identidad bien definida y una apuesta valiente: ofrecer al público aquel cine al que muchos denominan "invisible" por la dificultad innata que encuentra de ser estrenado en salas comerciales al lado de Torrentes o Invasiones alienígenas. Llego al hotel a las tres y cuarto de la tarde. La primera sesión es a las cuatro. Me temo que voy a tener que correr otra vez. Esto cada vez se parece más a Sitges.
A las cuatro menos cuarto me tomo una coca-cola con una o dos patatas en el Bocata que se encuentra junto a los cines Monopol, los multicines enclavados en el céntrico barrio comercial de Triana, que con sus siete salas, alberga el grueso de la programación del festival. Paso a recoger las entradas de acreditado (en la calle paralela a la entrada de los cines, y allí saludo a la taquillera que sigue con la misma sonrisa con la que nos despedimos el año pasado). Primera decisión: ¿qué veo? En menos de 60 segundos lo tenía que tener claro. A las 6 y a las 8 me aguardaba el japonés Kazuo Hara. Eran las 4, hora de alegrarme la tarde. ¡Los Hermanos Farrelly en Las Palmas! ¡Qué bien, pensé! Además de cine invisible, Las Palmas también nos regala de tanto en tanto pequeñas dosis de cine comercial. Me vino a la cabeza el comentario de Carlos Boyero a raíz de Algo pasa con Mary, una de las anteriores películas de los hermanitos en cuestión: "Tontería con banales pretensiones de ser políticamente incorrecta". Justo lo que andaba buscando. Dicho y hecho. A la sala.
Hall Pass (o Carta Blanca, como se conocerá en España) posiblemente no llegue a estar nominada a los Globos de Oro, aunque algo más de comedia que El Turista si que tiene. Como dice el bueno de Boyero, los Farrelly siguen empeñados en ser políticamente incorrectos, aunque al final todo acabe bien para las dos parejas protagonistas que atraviesan la crisis de monotonía de los 40, y dedican su existencia a la búsqueda de nuevos "objetivos sexuales", sobre todo ellos, aunque ellas también lo hagan aunque sin saberlo. La solución: dale a tu pareja carta blanca, es decir una semana en la que puede hacer todo aquello que le venga en gana. Comedia de enredo, sexo, y escatología a la orden del día. Una escatología que alcanza su zénit en la secuencia donde uno de los dos protagonistas, tras ligar o creer que ha ligado a una joven, comparte baño con su amada, que está entre el vómito y la... Mejor lo veis.
Nada más salir del cine me queda tiempo para volver a situarme en la cola, saludar a varios críticos habituales del festival, y entrar en la sala 4 de los Monopol donde nos aguardaba Kazuo Hara. He de reconocer que poco sabía acerca de este realizador antes de mi viaje a Las Palmas. Había tenido la suerte de ver una de sus obras: The Emperor’s Naked Army Marches On, la única que ha podido verse en España, en concreto en el festival Documenta de Madrid. Pero evidentemente tener la suerte de contar con el director en cuestión y hablar con él, te permite tener una mayor visión del conjunto de su obra y comprender los porqués que le llevaron a hacerla.
Kazuo Hara es uno de los realizadores fundamentales para entender el cine documental japonés de los últimos treinta años. Un apunte: desde 1972 cuando comienza su carrera con 25 años a la actualidad, sólo ha rodado cuatro documentales y una película de ficción, lo que entronca con el carácter comprometido y de militancia que siente Kazuo Hara hacia el género del documental.
Imagino el revuelo que debió armarse en Japón en 1972 con la proyección de su primera obra, Sayonara CP, donde el realizador sigue a un grupo de discapacitados de parálisis cerebral (CP). Evitando cualquier tipo de empatía hacia este grupo que personas, el documental da voz a los discapacitados para que exterioricen todo aquello que quieren decirle a la sociedad en la que viven. La cámara de Hara se introduce dentro del grupo, vive con ellos, hasta hay veces en las que obliga al espectador a cuestionarse dónde se encuentran los límites de lo que puede filmarse o no. El realizador analiza la realidad, pero también la dota de estructura narrativa: así veremos a los discapacitados arrastrarse por el suelo (y la cámara los sigue a su nivel), cuando normalmente se desplazan en silla de ruedas, o llegar a la a secuencia central donde uno de los protagonistas está a punto de ser abandonado por su mujer... y la cámara se encuentra ahí, intentando impedir este divorcio. Cruda, difícil de ver, Sayonara CP representa una mirada diferente a la vez que necesaria hacia la marginalidad y lo que significa.
Hablaremos en varias ocasiones de Kazuo Hara, para hoy domingo hay concertado un encuentro con él en el Café Madrid a las cuatro de la tarde, así que seguiremos navegando por las aguas del documental japonés… y así tendré la oportunidad de contaros algo más del segundo documental que he tenido la oportunidad de ver: Extreme Private Eros. Sólo un apunte. El documental sigue a lo largo de varios años la vida de la ex mujer de Kazuo Hara, una joven que abandonó al director tres meses después de haber tenido su primer hijo. Interesante premisa, ¿verdad?
No quiero cansaros más de la cuenta. Queda mucho festival por delante. El camino de vuelta al hotel, tras una frugal cena (lo primero tras las tres patatas del Bocata que recibía mi estómago a las cuatro de la tarde) transcurrió con normalidad. Las primeras gotas empezaban a caer. Llovía sobre Las Palmas… Ya lo decía mi madre, “hijo, en otra vida seguro que fuiste paraguas, porque el agua parece acompañarte”.
Enrique Garcelán
Lo cierto es que este director outsider tiene muy buena pinta. A ver que tal va la entrevista.
ResponderEliminarSaludos desde la península barataria.
Kike que más enganchado con tu presentación de Kazuo Hara, me encantaría poder ver el documental de los discapacitados: la verdad es que este colectivo en Asia está completamente olvidado en el cine y/o medios de masa...es curioso..., no me extraña que levantara ampollas, es uno de los temás tabú por antonomasia.
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