viernes, 11 de febrero de 2011

Diario de una autoestopista asiática en Berlín. Día uno.

Desde luego que no pensaba precisamente en Johnnie To, ni en Aamir Khan (que dicen que se encuentra entre el jurado de la Berlinale, aunque todavía no le he visto), ni en el cachas de Shahrukh Khan, cuando esta mañana ha sonado el despertador a las 6:50 en mi habitación. Lo primero que he pensado ha sido. ¡mierda! Ha sido un momento, lo reconozco, pero ha costado sacarme de la cama, lo reconozco, tambíén.

Luego todo ha sido más rápido, lo veo en un fundido encadenado: ducha, bajar la maleta a trompicones, la Ronda del Dalt colapsada (como de costumbre), dar con Easy Jet en la terminal 2 del aeropuerto del Prat (esa terminal que cada vez se parece más a la Estación de Francia, un poco marchita), facturar las dos maletas (vais a creer que vengo de pase de modelos), empezar a ver caras conocidas (Ángel Sala, Quim Casas...). Y como por arte de magia, click, ya has llegado a Berlín.

Un recuerdo muy especial para Movistar: gracias por no conectarme el servicio Roaming (me parece que lo he dicho bien): gracias a vosotros he ahorrado unas cuantas llamadas a Barcelona. Lástima que al cabo de un rato me habéis arreglado el problema, y ya he empezado a hacer gasto. ¡Si es que no aprendo!

La primera impresión de la Berlinale es que no te la acabas ni por casualidad. No hablo de la Sección Oficial que es finita (y de la que os va a hablar hasta la saciedad en los medios convencionales), me refiero al Mercado, donde cada día pueden verse del orden de 100 películas, entre multisalas situadas en enormes centros comerciales (tipo Cinemax, o Sony), a hoteles donde las distribuidoras alquilan diferentes salas para pases privados de sus producciones. Si muchos de vosotros echais la vista para atrás y pensais en Sitges y en el estrés que te entra cada vez que sales de una proyección, porque sabes que estás a punto de perderte una película, la sensación aquí, en Berlín, se multiplica: como si la pantalla de tu ordenador se fragmentara y tuvieras un montón de posibilidades donde mirar.

He visto bastantes caras conocidas: además de Ángel Sala (que seguro que a estas horas ya habrá visto la película coreana The Unjust, de uno de nuestros directores más queridos Ryo seung-wan), a Quim Casas, o Carlos R. Ríos y Loles Fanlo (que están preparando la I edición de Cinemart, tras el Off Cinemart que se realizó en el mes de Diciembre), Nuria Vidal, Violeta Kovacsics... La verdad es que se está como en casa.

Las doce de la madrugada. La hora mágica. Mejor será que deje de mirar por el enorme ventanal que tengo frente a mí, y donde se intuye una fina lluvia cayendo sobre las calles de Berlín. Mañana el día va a ser muy largo. Seis películas por delante. Más de doce horas de proyección. Del drama con elementos culinarios Vegetarian, a una de las sorpresas del pasado Festival de Rotterdam, Bleak Night que denuncia el estricto sistema educativo que se vive en Corea, pasando por el clasicismo de Zhang Yimou que regresa a la Revolución Cultural para hacernos llorar en Under the Hawthorn Tree... Y no he dicho nada de Guzaarish, la última producción de uno de los grandes del cine indio, Sanjay Leela Bhansali (Devdas, Black).

Ah, por cierto, esta noche se ha proyectado Valor de Ley (tenía ganas de dedicarle una línea al cine americano). 

Buenas noches, cineasiáticos. Cortamos la conexión desde Berlín.

Si quieres seguirme la pista en Berlín:

Diario de una autoestopista asiática en Berlín. Día dos.
Diario de una autoestopista asiática en Berlín. Día tres.
Diario de una autoestopista asiática en Berlín. Día cuatro.
Diario de una autoestopista asiática en Berlín. Día cinco.
Diraio de una autoestopista asiática en Berlín. Día seis.
Diraio de una autoestopista asiática en Berlín. Día siete.

3 comentarios:

  1. Que envidia, disfrutar por todos los que no podemos ir, y comentar todo lo que podais y mas xD

    Suerte ;)

    ResponderEliminar
  2. No sé si envidiarte o compadecerte, Gloria ;)
    Que vaya bien!

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias... Lo estoy pasando en grande. Desde luego es agotador, pero a la vez es apasionante. ¡Un besazo desde la Berlinale!

    ResponderEliminar