País: Hong Kong
Director: Wai Ka-Fai
Duración: 85 mins.
Intérpretes: Lau Ching-wan, Kelly Lin,
Mia Yam
No le faltan atractivos a Written By. Viene firmada (libreto y dirección) por Wai Ka-Fai, 'pareja' artística de Johnnie To, junto al cual fundó la productora Milkyway Image, y con quien ha codirigido películas como Fulltime Killer y Mad Detective (aunque menos conocida en Occidente, también cuenta con una carrera en solitario, cuyo último título fue The Sopaholics en 2006, una comedia romántica con Cecilia Cheung). Tiene a Lau Ching-Wan de protagonista, un actor bien conocido por sus papeles en Running out of Time de Johnnie To, Lost in Time de Derek Yee o Full Alert de Ringo Lam, entre muchas otras. Y cuenta con un guión que la asociación de críticos de Hong Kong ha valorado como el mejor del año (en perjuicio de los de Bodyguards and Assassins o Echoes of the Rainbow), sin duda por su voluntad trascendente a la par que divertida y sofisticada. Aunque quizás hayan tenido más en cuenta las intenciones que el resultado final.
Desde luego, la historia empieza bien: una familia sufre un accidente de tráfico; el padre muere, mientras que la madre y los hijos sobreviven, pero quedan traumatizados por la pérdida. Con la idea de aliviar el dolor, la hija decide escribir una novela (el arte como exorcismo) en la que reproduce la tragedia familiar pero intercambiando los papeles: en la ficción es el padre quien sobrevive y el resto los que mueren, aunque regresan al mundo en forma de fantasmas para cuidar del padre, que ha quedado ciego. A su vez, este padre recreado inicia la escritura de un libro con idénticas intenciones y similar argumento al de su hija en la vida real. Llegado este punto (con algo de precipitación), el espectador contempla la posibilidad de encarar un sugerente juego de espejos en el que deambulará por ficciones paralelas en busca de una cierta verdad sobre la vida… y la muerte. Pero en el desarrollo de la historia surgirán dos inconvenientes. El primero, que la trama urdida entre la (supuesta) realidad y su ficción (tal vez complicada en exceso con la intromisión de un tercer mundo entre ambos, ese purgatorio de las reencarnaciones en el ‘más allá’) no se dosifica ni estructura apropiadamente. El resultado es la confusión.
El segundo inconveniente, vinculado al anterior, es mayor si cabe, y es que el juego narrativo acaba arrinconando al drama. Los personajes se nos presentan como marionetas en manos del azar, lo que conlleva una aceptable artificiosidad de los sucesos; el problema está en que no se les ofrece espacio suficiente para expresar sus emociones, como ocurre en los buenos melodramas. Falta metraje, porque la mencionada confusión en la trama desvía la atención hacia la resolución de su enigma (al menos en un primer visionado); cuando las piezas están más o menos en su lugar, el film se acaba, dejando colgado el desarrollo de los personajes, o sea del tema. Parece que quiere decirnos algo sobre la vida y sus retos, pero el mensaje queda ahogado; el único tema de la película acaba por ser su propia estructura, y no parece suficiente.
Lo mejor: Sus buenas intenciones.
Lo peor: De buenas intenciones está el infierno budista lleno.
Jordi Codó
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