De nuestro colaborador: Eduard Terrades Vicens
Invisibilidad asiática
Reflexionemos antes de entrar en materia: creo sinceramente que en nuestro país existe una especie de racismo cinematográfico o discriminación pasiva del cine minoritario a favor de las producciones norteamericanas, impulsada en parte por el acomodamiento intelectual del que hace gala el público que asiste a las multisalas prefabricadas. Ya saben, que un actor tenga los ojos “achinados” frena a las audiencias (¡aún recuerdo carcajadas en el estreno de Acantilado Rojo por según qué expresiones faciales salían a relucir en las caras de los actores en secuencias de máximo dramatismo!). O ver una diva con una tez más oscura impide que se activen las testosteronas masculinas más básicas, pero si a ese mismo público les pones cualquier actriz estadounidense o latina medio desnuda, pierden el culo a la primera de cambio. Esto, y el factor cultural (a la que a toda persona con rasgos marroquíes, pakistaníes, etc. se la mira con ojos dubitativos) impide el estreno comercial de los grandes musicales de Bollywood y de las curiosas producciones de Kollywood o Tollywood
Si no es así, no se entiende las causas que están llevando a la invisibilidad de centenares de productos con el sello de calidad que les otorga su denominación de origen, con una fuerte personalidad, pero que con un mínimo de esfuerzo resultan comprensibles a ojos de cualquier occidental. Dada su capacidad por innovar creativamente o simplemente al no insultar la mente del espectador, deberían tener una oportunidad en ciertos circuitos más abiertos que no en la sala de cine de versión original. Por otro lado, sería necesario que el cinéfilo de grado medio, con pleno derecho a visualizar cualquier producción norteamericana (como todos hacemos), apoyase a esas distribuidoras que apuestan por una serie de cinematografías periféricas que garantizan un grado de conocimiento multicultural poco estudiado, permitiéndole acceder a una serie de países asiáticos a los que seguramente nunca podrá viajar.
Viendo los box-office anuales correspondientes a nuestra demarcación geográfica, resulta preocupante constatar que a las alturas que estamos aún no se tenga una mayor sensibilidad por esos filmes procedentes de países asiáticos con una rica tradición cinematográfica que, con el paso del tiempo, han venido demostrando que no son simples fabricantes de películas exóticas (léase las enérgicas producciones de India o la serie B japonesa de antaño). No depende exclusivamente de nosotros pues defender el cine oriental, sino de esos espectadores con cierto interés cultural. Y para ellos vamos a desmenuzar todos esos posibles proyectos que desembarcarán de una manera u otra en los próximos meses:
Japón: comercialidad, manga-eiga y serie Z
Cine trash pasado por la batidora de una poderosa major como es Nikkatsu, que con el impulso definitivo de su sello Sushi Typhoon promete sesiones de gore combinadas con erotismo bizarro de las manos de Nishimura, Sono (que a finales de Enero verá su estreno en territorio nacional de su polémica Cold Fish) o Iguchi. De este último se espera la inminente presentación de Karate Robo-Zaborgar, un filme que recicla una vieja serie tokusatsu y en la que el héroe en función disponía de una motocicleta con vías de transformarse en un robot con un look muy acorde con el diseño de la época de esas series con brutos mecánicos.
Otra posible ida de olla puede ser Battle Royal 3D, cuyas primeras imágenes no presentan demasiadas novedades con respecto a la original, lo que la convertirá en una mera reconversión al formato estereoscópico para subir el precio de las entradas. Una de las producciones que sí esperamos con ansiedad es Gaku: Minna no Yama, la live-action movie basado en el manga para adultos de homónimo nombre sobre rescatadores de alta montaña. La obra original de Shinichi Ichizuka ha sido editada parcialmente en España y es un canto al naturalismo desde la óptica de un enamorado de las montañas que hace de voluntario en un equipo de rescate de los Alpes japoneses. Su previsión de estreno es para el 7 de Mayo próximo, y seguramente se convertirá en un pequeño blockbuster ideal para calentar la pretemporada veraniega.
Pero el manga-eiga que más expectación ha causado en los últimos meses es Gantz, cuya primera película llegará a Japón a finales de Enero al mismo tiempo que en Estados Unidos se proyecte de forma simultánea en más de 300 salas. Increíble, y más por una película que recrea un seinen manga con brutales escenas gráficas, y que mucho me temo que recibirá algún que otro ataque de los de siempre, es decir, de esas mentes conservadoras que nunca visionan las obras que critican. El cómic original de Hiroya Oku plantea la posibilidad de redimir tu alma si has muerto por accidente mediante un juego virtual no exento de violencia extrema. Algunas escenas escabrosas han propiciado que el fantasma de la censura no permita disfrutar de él como es debido en algunos países, pero damos por hecho que la versión para cines ha sido suavizada para poder recaudar más dinero. La segunda película se espera que llegue a finales del 2011
El cine de autor o costumbrista también tendrá cabida en la industria japonesa: desde Smuggler, nuevo proyecto de Katsuhito Ishii que adapta una historieta gráfica de Shôhei Manabe, pasando por el retorno por la puerta grande de Hiroyuki “Sabu” Tanaka con su esperada Usagi Drop, y recalcando al imprescindible Nobuhiro Yamashita, que se ha atrevido a retratar esos violentos movimientos estudiantiles de 1969 (que en su época ya reivindicó Koji Wakamatsu) en My Back Page.
Aunque, sin duda alguna, los adictos al anime ya esperan con devoción la segunda producción de Goro Miyazaki (el hijo del fundador del Studio Ghibli), que se prevé para mediados de verano. Kokuriko-zaka Kara (algo así como ‘La Colina de las Amapolas’) adapta un shôjo manga costumbrista de 1980, cuya protagonista es una chica huérfana estudiante que ha madurado a marchas forzadas para salir adelante. Veremos si Aurum se decide a estrenarla, pues aún estamos esperando Karigurashi no Arrietty…
HK vs China vs Taiwán
Mientras que la cinematografía china parece aunar esfuerzos logísticos y financieros con la vieja ex-colonia británica con tal de ofrecer propuestas que enriquezcan el cine nacional sin importar demasiado las ventas al extranjero, en Taiwán parece que han encontrado la fórmula del reciclaje, importando la manera de hacer de sus coetáneos hongkoneses para intentar levantar la industria nacional. Prueba de ello son los rodajes en marcha de Lovesick, la nueva comedia romántica de la actriz pastel Ariel Lin, y del filme dedicado al mundo del boxeo Somersault Punk.
Lo que más sorprende es que directores dedicados en cuerpo y alma al cine de autor, como son Hou Hsiao-Hsien o Wong Kar-Wai, apuesten por el cine comercial de artes marciales. Así, mientras que Hsiao-Hsien presentará Assassin, cinta protagonizada por la sensual Shu Qi y en la que encarnará a una jovenzuela instruida en el arte de la lucha por una serie de monjes, el realizador de la subyugante Deseando Amar ha decidido retomar su instinto mareante por el wuxia (como ya hiciese en Ashes of Time) y atreverse con un filme de kung-fu envuelto de un secretismo extremo, pero que será protagonizado por Tony Leung Chiu-Wai, Zhang Ziyi y Chan Chen y coreografiado por el mismo Yuen Woo-Ping.
Pero para artes marciales auténticas os emplazamos a The New Shaolin Temple, que pretende aprovecharse de la antigua saga protagonizada por Jet Li y focalizando en el aspecto histórico. Entre las filas de esta esperada versión, que ofrecerá el director de acción Benny Chan, se encuentra un Andy Lau que pretende recuperar el status quo que se merece, poniéndose al servicio de las enseñanzas de los monjes shaolines. Contando además con que Tsui Hark se encuentra filmando en estos mismos instantes The Flying Swords of Dragon Gate, volviendo a reunirse con unos de los actores que más dinero le han reportado en el pasado: Jet Li, que regresa por enésima vez en el cine chino después del experimento con Los Mercenarios de Stallone. Este wuxia toma las bases de New Dragon Gate Inn (Raymond Lee, 1992), una recomendable cinta de espadachines, monos borrachos y espíritu pulp, situada en el corazón del desierto, y que asimismo rehacía el filme taiwanés original firmado en 1966 por el gran King Hu. Todo apunta a que la dividirá en dos largometrajes, uno llegaría a finales de este mismo año, y el otro en la segunda mitad del 2012 (si es que Roland Emmerich, los mayas y la trola de Nibiru nos dejan verla).
El cine estereoscópico parece que también ha dejado de ser una moda pasajera en Asia, estableciéndose como el formato ideal para visualizar cualquier filme relacionado con la acción, las artes marciales, el terror o la animación. En esta última categoría se enmarca la cinta infantil The Legend of a Rabbit (no por casualidad, en el calendario chino, el 3 de Febrero empieza el año del conejo), que ha sido dirigida por la directora de la sección de animación de la Academia China de Pequín, y que promete emociones a raudales para los más pequeños: un conejo con dotes para las artes marciales debe encontrar a la hija de su difunto maestro, pero no lo tendrá fácil, pues como cualquier cinta de tortas, deberá enfrentarse con unos cuantos enemigos. Asimismo, la esperanza china para reventar las taquillas internacionales se encuentra en el proyecto de adaptar el mito del ‘Yeren’ (una criatura parecida al yeti tibetano) en un blockbuster en 3D de esos que te zampas las palomitas a los diez primeros minutos. El filme se ambientará en los bosques de Shennongjia (donde fue divisado por última vez) y costará alrededor de los 12 millones de euros (100 millones de yuanes aproximadamente). En sus cines a partir de verano.
Ciertamente, preferimos ponernos las gafas polarizadas para disfrutar de la experiencia de ver en tres dimensiones a un conejo parlanchín o a un monstruo científicamente improbable, antes de reencontrarnos con Johnnie To y Wai Ka Fai a modo de comedia romántica en Don’t Go Breaking my Heart. Significará un rencuentro para estos dos amigos cineastas, pero francamente: los seguimos prefiriendo en los fríos thrillers que tan buenos resultados comerciales y artísticos han cosechado en el pasado reciente. En cambio sí que tenemos todas las esperanzas puestas en que The Enchanter, la nueva propuesta de Derek Kwok, no sea tan radical como su desconcertante The Moss. Mucho más miedo nos da el proyecto anunciado por Derek Yee al pretender mezclar una bonita historia de amor con magos: esperemos que no sea un encubierto remake de la espantosa El Aprendiz de Brujo (¿se dejará Tony Leung Chiu-Wai las mismas greñas que Nicolas Cage?) pasado por el tamiz de la comedia romántica cantonesa. Y viendo los teasers de The Piano in a Factory, codirigida entre Zhang Meng y Kwak Jae-young (My Sassy Girl), auguramos un buen año chino con respecto a los melodramas. Aunque para drama el nuestro, que deberemos implorar a los dioses taoístas para gozar de todas ellas en Occidente.
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