Por Gloria Fernández
¿Y qué hace CineAsia haciéndose eco de una película de Bruce Beresford? Muy fácil… Entrad en la siguiente web: www.licunxin.com. Si después de conocer al personaje en cuestión no os queda claro… insistiremos: por la historia (directamente entroncada conla China de Mao), por los actores (Chi Cao, Wang Shuang Bao, Joan Chen…) y porque aunque se la considere una película australiana, la china Geng Ling y su compañía China Film Assist ha sido la co-productora del film en su rodaje en China. ¿Necesitáis alguna razón más? Seguir leyendo…
¿Y qué hace CineAsia haciéndose eco de una película de Bruce Beresford? Muy fácil… Entrad en la siguiente web: www.licunxin.com. Si después de conocer al personaje en cuestión no os queda claro… insistiremos: por la historia (directamente entroncada con
Un libro, una vida
Basada en la verdadera historia de Li Cunxin, El Último Bailarín de Mao, que se estrena la semana que viene en los cines de toda España (17 de Diciembre más concretamente), es la adaptación a cine de la exitosa biografía escrita por el propio Cunxin. El libro, del mismo título que la cinta que nos ocupa, se publicó en el año 2003 en Australia donde cosechó el premio “Libro del Año” y se mantuvo entre los 10 más vendidos durante casi dos años. Publicado en más de veinte países, ahora, junto a la película, llega a España de la mano de la editorial Kailas (www.kailas.es). “Tras leer las primeras quince o veinte páginas, supe que había algo mágico en aquella historia, así que llamé a Jane Scott (productora de la película) y le dije: ‘Corre, ve a comprarte este libro’”. Así comenta el guionista Jan Sardi (Shine) cómo fue su primer contacto con la historia de Cunxin: una historia de dolor, separación, pérdida de valores y de identidad, trabajo, disciplina, superación y triunfo.
Bajo la experta batuta de Bruce Beresford (Paseando a Miss Daisy, Gracias y Favores, etc.), El Último Bailarín de Mao cuenta la historia de Li Cunxin, un niño de padres campesinos del pueblo de Qingdao, pobre y sin ninguna habilidad aparente que un buen día es separado de sus padres por una delegación de componentes de la Academia de Danza de Beijing capitaneada por la mujer de Mao, un grupo de ‘cazatalentos’ que busca en las zonas rurales posibles estandartes de la Revolución comunista. Bajo una estricta vigilancia y disciplina, Li, que cuenta con 11 años cuando ha de dejar a su familia, es adiestrado en la doctrina comunista y entrenado en la danza clásica. Un entrenamiento brutal (de 05.30h de la mañana a las 21.00h de la noche) que le dará la oportunidad de viajar a EEUU… y conocer un nuevo mundo. A partir de aquí Li, entenderá ‘la verdad’ del comunismo de Mao, además de encontrar su verdadera vocación, la danza. Con amigos, su amor de juventud y su espíritu de superación, Li deberá enfrentarse a las decisiones más difíciles de su vida…
Para Bruce Beresford, el guión que le propuso Jan Sardi fue irresistible: “Podría describirse como otra historia más de superación, de las que abundan en la historia del cine. Pero el caso de Li Cunxin es más extremo, porque él provenía de un mundo de grandes privaciones en un país con un régimen totalitario, y esforzarse por salir de ese mundo y adquirir fama internacional como bailarín es tremendamente difícil, pero él lo consiguió contra todo pronóstico”.
Actores y danza
Uno de los grandes retos de llevar la historia de El Último Bailarín de Mao a la pantalla fue elegir al actor que interpretaría a Li Cunxin. “La primera vez que leí el guión pensé que no podría encontrar a nadie que pudiera hacer de Li (explica el director Bruce Beresford). Obviamente, teníamos que buscar a un bailarín de ballet de primera, o mejor dicho, un fuera de serie: tenía que ser joven y atractivo, y debía ser capaz de interpretar un papel muy complicado en dos idiomas, mandarín e inglés. Yo pensé: ‘¿Existirá alguien así?’. Entonces nos pusimos manos a la obra y encontramos a Chi Cao, del Birmingham Royal Ballet.”
Fue en esta parte donde el propio Li Cunxin en persona propuso a Chi Cao, primer bailarín de la compañía de danza del Birmingham Royal Ballet, además de supervisar junto a la Compañía Nacional de Ballet Australiana todas y cada una de las partes de las escenas y secuencias de danza que contiene la película.
Curiosamente tuvimos la oportunidad de visionar la película previa al estreno con una crítica de danza de un diario catalán, la cual se mostró gratamente sorprendida de la gran cantidad de momentos en los que la danza está presente y absolutamente fascinada por la capacidad de movimientos y la interpretación de Chi Cao.
Con respecto a su participación en la película Chi Cao comenta lo siguiente: “Hay muchas semejanzas entre mi vida y la de Li, sobre todo en lo que respecta a nuestra carrera. Los dos nos formamos en la misma escuela, la Academia de Danza de Beijing, y yo tuve que dejar a mi familia a los 15 años para ir a Londres a incorporarme a la Royal Ballet School. Los dos nos trasladamos a Occidente muy jóvenes y sin conocer el idioma, y tuvimos que ir descubriendo poco a poco cómo funcionaban las cosas”.
Al final, se eligió a tres actores para hacer de Li: Chi Cao, que interpreta a Li de adulto, Chengwu Guo, que lo interpreta de adolescente, y Huang Wen Bin, que hace de Li niño.
Los actores que interpretan a los padres de Li Cunxin no podían ser mejor elegidos, Joan Chen (Twin Peaks, El Último Emperador, 24 City) como la madre sufridora y campesina, y el conocido y gran actor chino Wang Shuang Bao, que ha trabajado en películas como Balzac y la Joven Costurera China o Blind Shaft. La historia de Joan Chen también comparte ciertas similitudes con la de Li Cunxin, ya que ella abandonó China siendo adolescente para estudiar en Estados Unidos. Por aquel entonces, Joan ya era muy conocida en su país como estrella infantil. En palabras de Joan Chen, “Li y yo partimos hacia Estados Unidos en la misma época. Podía entender cómo se sentía, la emoción de encontrarse ante una gran oportunidad y al mismo tiempo el dolor de echar de menos tu hogar, al que quizá nunca regreses. Por eso me sentía muy, muy identificada con su historia.”
Otros de los papeles principales están interpretados por Kyle MacLachlan, famoso por sus trabajos en Terciopelo Azul o Twin Peaks y que interpreta al abogado defensor de la causa de Li Cunxin; o Bruce Greenwood, a quien hemos visto en Star Trek o Trece Días y que interpreta aquí al director del Ballet de Houston y descubridor del talento de Li.
Una historia a medida de Bruce Beresford
Bruce Beresford es uno de los directores de cine más célebres de Australia. En 1980 fue candidato a un Oscar por el guión de Consejo de Guerra, y en 1982 por la dirección de Gracias y Favores. Su película Paseando a Miss Daisy ganó cuatro premios Oscar, entre ellos a la mejor película, en 1989.
La historia de El Último Bailarín de Mao le va como anillo al dedo: Bruce Beresford es el perfecto realizador que puede llegar al gran público sin hacer una película puramente comercial al estilo mainstream hollywoodiense. Y eso se nota en la cinta, que podría haber hurgado mucho más en los aspectos lacrimógenos de la vida de Li Cunxin y que, sin embargo, en manos de Beresford se convierte en una exposición de hechos reales, a la vez que nos vamos sintiendo cada vez más cercanos al personaje protagonista del que se nos muestran diferentes facetas: un mero aspirante a la compañía de danza de Pekín, un becario en Houston, su descubrimiento de un nuevo mundo y del amor, y el bailarín de éxito que acaba siendo.
También en manos de otro director, la película se podría haber convertido en un panfleto político: la ‘libre’, capitalista y ‘maravillosa’ vida del mundo occidental contra la manipuladora, comunista y revolucionaria China de Mao. Beresford deja su visión de la clave política a un lado, no juzga (ya me entenderéis cuando veáis la imagen final del film, que podría darnos mucho que hablar) y lo deja en manos de nuestro protagonista: es decir, es el personaje de Li Cunxin quien nos cuenta lo que siente en cada momento de su paso por el descubrimiento de ese mundo occidental y de ‘saber la verdad’ sobre su país. El momento culminante es, por supuesto, cuando decide desertar y es literalmente ‘encarcelado’ en el Consulado chino de Houston. Momentos muy duros, “más duros fueron en la realidad” nos contará posteriormente Li Cunxin en la entrevista que le hicimos, momentos de los que Beresford no trata de sacar carnaza fresca, sino que mantiene bajo control.
Eso sí, algún momento “epatante” tenía que darnos el film… Lo hay, y con creces, el reencuentro de Li con sus padres, es simplemente…. Y ahí lo dejamos…
El Último Bailarín de Mao es, sin duda, la película de las Navidades, no es una obra maestra, pero sí una manera estupenda de cerrar un 2010 bastante movidito.
Para asistir al pre-estreno en Barcelona: Pre-estreno
Para asistir al pre-estreno en Barcelona: Pre-estreno
Como bien decís, no es una obra maestra pero sí una película muy digna de disfrutar y analizar, porque (también coincido en esto), el director no ha querido declinarse hacia ningún bando a la hora de presentarnos la historia....Es más, en mi caso, me lancé a verla sin informarme previamente ni de los actores, ni el director, ni 'ná de 'ná. Fijaos si llega a ser 'neutra' la posición del director que hasta llegué a pensar que podría ser chino. Con eso, creo, que os lo digo todo.
ResponderEliminarEl casting, más que acertado. El actor principal, Chi Cao, pese a ser su primera inmersión en el mundo de la interpretación, realiza un trabajo bastante convincente, conmovedor en algunos momentos (el derrumbe emocional tras esa visita inesperada en el teatro es increíble).
También me llamó mucho la atención la perfecta y detallada ambientación de principio de los años 80: peinados, ropa, maquillajes, coches,...Francamente bien cuidada.
Quizá la película peca de eso mismo que a la vez estamos ensalzando: al no dividirse y posicionarse en 'ningún bando', también las escenas más intensas pierden dramatismo y quizá (para lo acostumbrado en el cine) se quedan algo descafeinadas. Beresford al no querer recrearse en el morbo ha rozado el límite de la superficialidad, pasando por algunos temas con bastante rapidez: por ejemplo, el momento 'retención en la embajada'. Sin duda, como bien dice el verdadero protagonista de los hechos, este suceso tuvo que ser muchísimo más dramático, angustioso y correoso que de la manera tan anodina que el director australiano nos ha hecho llegar. Claro, que si ese no era el propósito de la cinta, se respeta y punto...
En esencia el mensaje para mí de la película es que el arte no sabe de fronteras ni ideologías políticas, es un sentimiento universal que ha de propagarse de manera libre y sin ningún fin, más que el de la mera expresión del carácter humano, el goce de los sentidos y la capacidad de crear.
Utilizarlo como excusa y modelarlo para reivindicar los principios de uno mismo resulta absurdo, y más absurdo aún, rozando casi la aberración, coartar la libertad de otros en su intento de crear y sentir el arte.
Nota: Muy alta ( o lo que es lo mismo..¡¡No te la pierdas!! ).