“Todos tenemos nuestros demonios, pero también nuestros ángeles”
Aunque odiado y vilipendiado por unos, y querido y encumbrado por otros, lo cierto es, que el cine de Kim Ki-duk no deja indiferente a nadie, es más, se espera con ansiedad cada uno de sus nuevos trabajos. Cine visceral, atípico, potente es el que nos ofrece el director surcoreano, capaz de dar en la diana con algunas de sus cintas, y perder el rumbo en otras. Pero eso es lo que tiene dirigir por instinto, por arrojo, sin calcular riesgos y sin estilo pre-definido. Es indudable que sus imágenes y sus historias están repletas de romanticismo, el romanticismo del XIX: apocalíptico, abocado a un destino fatalista y siempre descarnado. Aún así y más allá del escándalo que puedan suscitar sus películas, en estos momentos se puede decir que Kim Ki-duk es un cineasta hecho y derecho, con una visión rica, con un lenguaje cinematográfico auténtico y propio, que puede mezclar una forma de narración clásica y depurada, con unas imágenes perturbadoras e impactantes. Llegados a este punto, no es fácil abordar un artículo sobre Kim Ki-duk sin pensar que ya se ha dicho todo sobre el polémico director. Intentaremos pues, apuntar algunas de las claves para la lectura de su obra, así como hacer un repaso completo de la misma.
Address Unknow: “En Address Unknow, la felicidad no existe. Sus personajes son personas rechazadas por la sociedad. Son como las cartas que no encuentran su destinatario, de ahí el título de la película, no hay felicidad para ellos” (Kim Ki-duk). Sexta película del director, realizada en el 2001, posterior a su internacional La Isla. En ella se cuenta la historia trágica de tres adolescentes que viven en un pequeño pueblo de Corea del Sur en la década de los 70, situado al lado de una base militar americana. Chang-guk es el hijo bastardo de una coreana y un soldado yanqui y vive en un autobús convertido en vivienda; Jihum, hijo de un veterano de la Guerra de Corea, trabaja pintando en una tienda de retratos; y Eunok, que vive con su madre y su hermano, habiendo perdido a su padre en la guerra. Sus vidas estarán marcadas por la historia política de su país. Address Unknow es el máximo exponente de la tristeza: no hay ningún tipo de esperanza para unos personajes perdidos, erráticos y solitarios.
Birdcage Inn / Bad Guy: La prostitución es uno de los temas más recurrentes que Ki-duk utiliza en sus películas como forma de sumisión de la mujer. En Birdcage Inn (1998), su tercer film, aborda la vida de una prostituta que trabaja para una familia que alquila habitaciones y que se sirve de ella para sobrevivir. Las relaciones entre sus miembros y la bella joven desatarán un sinfín de sentimientos contrariados, sobre todo, en la hija mayor, quien siente un extraño amor-odio por la recién llegada (amor casi “lésbico” como también se sugerirá en otra obra del director, Samaritan Girl). En Bad Guy (realizada después de Address Unknow, en el 2001), primer film que cosechó algo de éxito entre el público coreano, Ki-duk cuenta la relación desesperada que se establece entre un mafiosillo de bajos fondos y una joven, a la que obliga a prostituirse en su local. La obsesión, la sumisión, la culpa y el perdón son los sentimientos que se establecen entre la pareja protagonista, sentimientos que los conducirán a la soledad y al aislamiento.
Cocodrile: Su primera película rodada en 1996, donde ya se apuntaban los primeros signos de una marca de fábrica bastante atípica. Esta historia de unos ‘sin hogar’ que viven la vida al día, y que ven su rutina alterada con la aparición de una mujer que intenta suicidarse y a la cual rescatan. Dos son, por lo menos, los elementos que luego se repetirán en su filmografía: el agua como símbolo, a veces de purificación, a veces de aislamiento y a veces de muerte; y los personajes femeninos, la mujer como elemento catalizador de los instintos más bajos y fuente de perdición, a la vez que de salvación (ver letra “M”).
Decepción / Desesperación / Dolor: Sus películas son incómodas de ver, muchas veces, porque nos recuerdan todo lo malo del ser humano, nos recuerdan los momentos dolorosos que hemos vivido y las decepciones que hemos sufrido. Y eso no nos gusta. Nos ponemos en la piel de unos personajes al borde de la desesperación, gente abandonada por una vida que no les perdona y no les concede las mismas oportunidades que al resto. De ahí su decepción. Personajes castigados, traumatizados que buscan, incluso, su propio dolor y autodestrucción, a veces, para regodearse en su infelicidad y, otras, para redimir sus culpas.
El Arco: Última película del realizador (2005), estrenada en las pantallas españolas con cierto éxito. Según Kim Ki-duk: “He mostrado los deseos y esperanzas de un solitario anciano a través de una joven chica a la que nunca podrá poseer. Todos nosotros tenemos deseos y esperanzas ocultas que no pueden ser expresadas. Quería mostrar lo viles, nobles, bellos, tristes y felices que pueden llegar a ser si esos deseos son revelados”.
Futuro: Futuros inciertos son los que el realizador depara siempre a sus personajes, como incierto es el futuro que prevé para su propio país, cuya sociedad comenta Ki-duk “es muy complicada, basada en la religión y las influencias de la civilizada sociedad occidental. A veces estos dos mundos se entrechocan. Y esto es lo que provoca temas interesantes para mis películas. Mi país va a cambiar mucho en el futuro, tenemos unas relaciones muy tensas con nuestros vecinos del Norte, así que el drama está en la puerta de casa. Y de paso, espero que una nueva generación de cineastas coreanos surja inmediatamente”.
Galardones: Desde que La Isla se exhibiera en el Festival de Venecia del año 2000, ninguna de las siguientes producciones del cineasta coreano (exceptuando Address Unknow) ha dejado de ser premiada en diferentes festivales internacionales: Bad Guy se llevó el premio Orient Express en el Festival de Sitges del año 2002, además de ser nominada en Berlín; The Coast Guard fue ganadora de 3 premios en el Karlovy Vary International Film Festival de Praga en 2003; Primavera, Verano... consiguió el Premio del Público en San Sebastián 2003, año en el que también obtuvo 4 premios en Locarno; en el 2005, Primavera, Verano... ha sido premiada por la Asociación Argentina de Críticos Cinematográficos como Mejor Película Extranjera; Samaritan Girl consiguió el Oso de Plata en el Festival de Berlín de 2004; y por último, Hierro 3 se alzó como Mejor Película en el Festival de Valladolid 2004, 4 premios, incluyendo el León de Oro a la Mejor Película en Venecia 2004, y ser considerada el Film del Año en San Sebastián 2005. Este año ha conseguido el premio Un Certain Regard en el Festival de Cannes con su última película, Arirang.
Hierro 3: Por muchos considerada la mejor película hasta el momento del director coreano, Hierro 3 es el film que más satisfacciones le ha dado a Kim Ki-duk a nivel de reconocimiento y comercialización internacional. Siguiendo con la exploración de las miserias humanas, esta vez, su visión es mucho más espiritual y menos carnal, y su narrativa se vuelve más contemplativa y menos agresiva. Un poema de estilizada belleza, un ejercicio de estilo en el que se narra la rutina de un joven inquilino de casas ajenas que ve su día a día alterado cuando, en una de las casas que ocupa, se encuentra con una mujer maltratada por su marido. Entre los dos se establecerá una complicidad, una historia de amor y necesidad entre dos seres inadaptados.
Influencias: “No vi muchas películas antes de convertirme en realizador, en Corea no iba al cine y en Francia vi tres: Les Amants du Pont-Neuf de Carax, El Amante de Annaud y El Silencio de los Corderos de Demme. Cuando regresé a Corea, vi muy pocas películas coreanas, y ninguna me conmovió. Pero cuando me convertí en realizador, vi algunas como Greenfish o Peppermint Candy de Lee Chang-dong, un cineasta que me gusta mucho” (Kim Ki-duk). Aunque muchos de sus personajes recuerdan un poco al universo Kitano, es indudable que Ki-duk es el más europeo de los cineastas coreanos del momento, aunque también el más independiente. Prefiere trabajar de forma autónoma y permanecer fuera de los circuitos normales de producción, así, guarda un absoluto control sobre su propia obra, desde la idea, hasta la comercialización. Algunos críticos experimentados han buscado, sobre todo, en la última parte de su carrera, algunas similitudes con otros films ya existentes y así restarle originalidad al mito: así Primavera, Verano... sería una copia de Mandala de Im Kwon-taek (donde dos monjes siguen el camino de la iluminación), o Hierro 3 se parecería mucho a Vive L’Amour del taiwanés Tsai Ming-Liang (en la que un hombre solitario entra en distintas casas y vive en ellas como si fuera el auténtico propietario).
Jo Jae-hyeon: Indudablemente su actor fetiche, con el que ha trabajado en gran parte de sus películas desde sus comienzos (Cocodrile, Wild Animals, La Isla, Address Unknow y Bad Guy). Precisamente gracias a él, Kim Ki-duk obtuvo por primera vez la bendición del público de su país cuando estrenó Bad Guy, donde Jae-hyeon es el protagonista. Éste acababa de realizar una serie de televisión de gran éxito, con la que obtuvo gran popularidad. De ahí que el público fuera al cine a verlo. De todos modos Ki-duk no se ha caracterizado por la utilización de grandes estrellas para sus films, según el director “prefiero relacionarme con actores desconocidos ya que eso acentúa la impresión de realidad. Para mí el actor amateur es como una página en blanco en la que puedo impregnar mis colores.” La única excepción la haría con la superestrella coreana Jang Dong-gun con el que trabajó en The Coast Guard.
Kim Ki-duk: Nace en 1960 en un pueblo situado cerca de Daegu, en una región montañosa. De origen campesino, cuando su padre volvió de la guerra herido, su madre tuvo que trabajar duro en el campo para mantener a la familia. El joven y rebelde Ki-duk (pues se peleaba con todo bicho viviente) tuvo que interrumpir sus estudios en primaria y ponerse a trabajar en fábricas e industrias como obrero, hasta que se alistó en los marines y pasó en el ejército 5 años. Sin todavía encontrar su vocación (se dice que después del servicio militar pasó dos años en un monasterio intentando ser monje), se gasta todos sus ahorros en un billete de avión para Francia y comienza a recorrer el país entre los años 1990 y 1992: “No tenía un verdadero proyecto, tenía ganas de abandonar Corea ya que mis posibilidades eran muy limitadas a causa de mis estudios”. Allí descubre su afición por la pintura y comienza a pintar: “París es el centro de la pintura occidental. Simplemente tenía ganas de pintar, pero sin método. No fui a Francia a estudiar pintura en la universidad, sino para encontrarme con las personas y observar la sociedad europea”. En 1993, a su regreso a Corea con la mente bien llena de nuevas ideas, pasa tres años escribiendo su primer guión, Painter and Prisoner, con el que gana un premio de la Asociación de Realizadores en 1994. Mejor suerte corre su segunda escritura Illegal Crossing, que recibe el primer premio de guión otorgado por la Korea Film Comission en 1995. Con estas recompensas por su esfuerzo bajo el brazo, Kim Ki-duk se decide a dirigir sus propios guiones. Comenzará en 1996 con Cocodrile.
La Isla: “Lo que traté de hacer con La Isla es un poema filosófico sobre la vida. Una bella historia de amor, una imagen del amor” (Ki-duk). Pues esto que trate de explicárselo a los primeros espectadores que vieron el film en el Festival de Venecia del año 2000 y que salieron despavoridos y vomitando de la sala, sólo por unas pequeñas automutilaciones con objetos punzantes (léanse anzuelos en garganta y vagina). Gracias al escándalo suscitado por La Isla en distintos festivales, gran parte de la crítica y del público empezaron a mirar hacia oriente y a seguir la carrera de ese joven atrevido e indomado. La Isla cuenta la historia dos almas erráticas que se encuentran por casualidad: la de una prostituta y cuidadora de un cámping al borde de un lago y la de un ex-policía que acaba de matar a su novia infiel y se refugia en el mismo lugar. El acercamiento entre ambos personajes se hará al nivel más bajo y violento del instinto humano, representando así los temas principales del universo ‘kidukiniano’: la necesidad del amor, la dificultad del perdón y el peso de la culpa.
Mujeres: Ser mujer en una película de Kim Ki-duk...: prostitutas, objetos sexuales, sacos de boxeo, esclavas, locas, culpables, enfermas, samaritanas... Muchas veces se le ha tratado de misógino por la forma de castigar innecesariamente a los personajes femeninos de sus films, aunque a veces, estas fatigas, no son más que una manera de llegar finalmente a la iluminación o el nirvana o, incluso, formas de conseguir la redención y la realización personal. Ki-duk se defiende así: “No es mi propósito el retratar a las mujeres de una manera degradante. La vida es cruel y sólo quiero demostrar lo que ocurre en las relaciones humanas. Es una realidad el hecho de que los hombres tratan a las mujeres de una forma degradante. Y no ocurre sólo en la sociedad coreana, es un problema universal. Nadie me puede acusar de retratar la realidad”.
Nine Directors LTD: Sociedad creada hace cerca ya de dos años por 9 de los directores más punteros de la industria coreana del cine, entre ellos Kim Ki-duk, Park Chan-wook (OldBoy) y Bong Joon-ho (Memories of Murder) para desarrollar con toda independencia sus proyectos cinematográficos. Conscientes de la singularidad de esta unión de fuerzas, los realizadores pretenden que la concatenación de films sea más rápida y que puedan producir íntegramente sus obras.
Odio: Muchos de los personajes de los films de Kim Ki-duk son personas al margen de la sociedad, a la deriva... verdaderos enfermos de odio: es un odio entendido en su contexto amplio, no contra una determinada situación o contra alguien, sino como el sentimiento que se crea cuando no entiendes las cosas que te rodean y tienes que vivir una vida que no comprendes. Por eso, según el director: “tal vez sería mejor hablar de incomprensión que de odio. Por eso hago películas, porque hay muchas cosas que veo y que no comprendo”.
Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera: Película que sorprendió a propios y extraños y con la que Ki-duk inició una nueva etapa dentro de su carrera. La etapa de la serenidad, de la contemplación, de la calma, de una puesta en escena mucho menos trasgresora pero igual de contundente en los temas a tratar. Él mismo cuenta su cambio: “En este momento mi vida se ha vuelto muy tranquila, no quiero pelear con nadie, me siento listo para recibir los golpes pues entendí la tristeza que viven los otros (...) La imagen invernal que emerge de la película (el director es a la vez actor en una de las partes del film) es idéntica a mi vida actual, a mis interrogaciones actuales. Cambié mucho estos últimos años, y en especial haciendo esta película”. La historia del anciano monje y su pequeño discípulo en un templo en el centro de un lago que contemplamos en Primavera, Verano..., es una historia para dejarse llevar por los sentidos y las sensaciones.
Quizás: La palabra ‘quizás’ no es una de las que más refleje la primera parte de la cinematografía de Kim Ki-duk, sobre todo porque sus finales no dejan lugar a dudas: son contundentes, claros y excesivamente duros (el ahogamiento final en Cocodrile, el asesinato en Wild Animals, la locura en The Coast Guard, la muerte en Address Unknow...). Sin embargo las dudas sobre el destino de sus personajes parecen reflejarse mucho más en la última parte de su trabajo, como queriendo dar un atisbo de esperanza a los mismos: ¿llegará la joven de El Arco a encontrar a sus padres?... quizás; ¿conseguirán por fin llegar a unirse los jóvenes amantes de Hierro 3?... quizás; ¿se redimirán las culpas de la niña samaritana en Samaritan Girl?... quizás; ¿alcanzará el joven monje el camino final del nirvana en Primavera, Verano...?... quizás...
Real Fiction / Religión: Real Fiction es la cuarta película dentro de la filmografía de Kim Ki-duk, realizada en el 2000 (antes que La Isla) y con un tiempo de rodaje récord: tan sólo 200 minutos. En ella se reflejan todavía sus sueños de juventud (él quería ser pintor), además de volver a contar una historia violenta: un joven pintor callejero cae completamente en la locura y comienza a asesinar a todos aquellos individuos que le han arrastrado a la miserable vida que lleva. No es una de sus mejores obras, pero la capacidad de improvisación del director no se pone en duda en absoluto. “El concepto budista se encuentra en todas mis películas. No soy budista, pero en el fondo de los coreanos habita el concepto budista de una felicidad que existe exclusivamente en la vida espiritual” (Kim Ki-duk). Según el director surcoreano, los valores de cada religión son los mismos, sólo que diferenciados según las culturas y el lugar donde se desarrolle, pero todas parten de la misma base. Así en sus cintas vemos una mezcla de catolicismo y budismo: el castigo, la penitencia, la culpa, la redención, el perdón, la expiación, la consecución de la iluminación, del nirvana... todos ellos, sin lugar a dudas, son conceptos originalmente religiosos.
Samaritan Girl / Silencio: Samaritan Girl, es la antepenúltima película del realizador filmada en el 2004. Mucho se ha hablado ya de Samaria (título original del film, ver Premiere en Vol. 4 de CineAsia), un cuento moral sobre la redención y sobre la confusión entre ética y moral (religión) dividido en tres actos: el primero sobre el don y la compasión, el segundo sobre el perdón y la no exclusión y el tercero, la redención. Samaritan Girl fue la primera película realizada por la propia productora del director, la Kim Ki-duk Film, fue rodada en 13 días y el “provocativo” cartel (una niña mitad prostituta, mitad monja) fue censurado en Corea del Sur. El silencio: un lenguaje muy utilizado por el director últimamente que da pie a la sugerencia, a la interpretación y a la imaginación del espectador. Éste se hace parte activa de la historia, imaginando los diálogos que no se oyen pero sí se revelan en las poderosas imágenes que vemos en la pantalla: todo el poder de significación de un film mudo a través del cual encontramos infinidad de sensaciones, aquellas que se refugian en el corazón mismo de los protagonistas de esas historias.
The Coast Guard: Film producido en el 2002 y que marca la transición hacia una nueva etapa de su director (detrás de él vendría la kármika Primavera, Verano...). Es la segunda vez que Ki-duk retrata las secuelas que dejó tras de sí la guerra coreana (ya lo hizo en Address Unknow), pero esta vez de forma menos lograda y quizás, menos ambiciosa (aunque contara con el protagonismo de Jang Dong-gun). Eso sí, hay escenas simplemente bellas, que ya quisieran para sí otros directores. En un puesto fronterizo entre Corea del Norte y del Sur, vigilado por si hay eventuales incursiones de espías enemigos, un soldado surcoreano mata a un civil creyendo ver en él al enemigo. Alabado por todo el cuartel, pero odiado por la población civil, el joven soldado llegará al borde de la locura. Quizá una puesta en escena demasiado excesiva (exceso de locura, exceso de violencia, exceso de metraje...) para condenar un episodio clave en la historia de Corea.
Utopía: En muchas ocasiones la única válvula de escape de los personajes que plantea Kim Ki-duk es la utopía, la idealización de una vida mejor, en un lugar mejor. Así, el director juega con el espectador y con sus protagonistas hasta llevarlos al límite; son individuos solitarios y abandonados, en continuo viaje a la búsqueda del amor, de la comprensión... Viaje, cómo no, con un final inalcanzable, utópico.
Violencia: “Todo el mundo tiene la intención de imponer su violencia a alguien, y después llega el remordimiento. Ese sentimiento de culpa, hace que la violencia se vuelva contra uno mismo. Todos somos seres tristes que viven el sufrimiento” (Kim Ki-duk). La violencia es, sin duda alguna, el elemento clave en la filmografía de Ki-duk. Es una violencia salvaje, que el director pretende justificar a toda costa, pues forma parte de la idea del mundo que tienen sus protagonistas, de la idea de sociedad e, incluso, de la idea del propio hombre, de los instintos que nos guían y de las fuerzas que nos gobiernan. Las relaciones entre los personajes son violentas (sean del sexo que sean), el sexo es violento, los desenlaces son violentos... incluso en esta etapa más espiritual que está viviendo el director, utiliza el recurso de la violencia, aunque quizá no de forma tan explícita como en su primera etapa.
Wild Animals: Segunda película del director, rodada íntegramente en Francia en 1996 después de Cocodrile. Vuelve aquí Kim Ki-duk a trabajar de nuevo con su actor fetiche Jo Jae-hyeon, quien hace las veces de un pintor convertido en delincuente callejero, enamorado de una mujer imposible y ligado a un inmigrante norcoreano acabado de aterrizar en tierras francesas. Su amistad y su inclusión en las mafias del lugar les llevarán a cruzar las líneas, a veces muy delgadas, entre la lealtad y la traición, el coraje y el miedo, etc. Wild Animals es un mosaico de personajes controvertidos, donde el realizador muestra su amor por Francia y por la pintura.
Y después: ¿Qué es lo próximo de Kim Ki-duk después de Arirang? En el año de su regreso al panorama internacional, Kim Ki-duk, tras el galardón recibido en Cannes, se enfrenta a un nuevo proyecto. Sin regresar a Corea, decide enfrascarse en la historia de una joven coreana que va a la búsqueda de su novio que vive en Europa. Tras ser violada en el tren la joven continúa buscando a su amado, a la par que el violador le va devolviendo una a una sus pertenencias. Una película que el director de La Isla (2000) ha definido como “amor, vida como contrario a la muerte, vivir y cine” y que en su composición final ha recordado mucho al estilo dogma impulsado por Lars von Trier.
Zoológico: “Creo que no existe una gran diferencia entre las relaciones que se establecen entre los seres humanos y las relaciones entre humanos y animales. Las primeras están basadas en la comunicación verbal, pero entre un humano y un animal se establece un lazo de confianza mutua, es como un instinto natural.” (Ki-duk). La larga profusión de animales en las películas de Kim Ki-duk (peces en Birdcage Inn, tortugas en Cocodrile, perros en Address Unknow, etc), hace pensar en su utilización como catalizadores de las miserias humanas, ellos siguen los mismos destinos que sus compañeros humanos y correrán la misma suerte.
Gloria Fernández (CineAsia)
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