domingo, 1 de mayo de 2011

Lost in Udine 3: diario de un ‘antipasti’ en el FEFF

Día 2. Sábado 30 de abril: De villanos y budas.

Buenos días, cineasiáticos. A pesar de los buenos propósitos por levantarnos a las siete de la mañana, mi móvil Samsumg (que sabe que tiene los días contados) se ha aliado en una sabia estrategia, y no ha sonado. Conclusión: han sido los pájaros udinenses los encargados de despertarnos y la primera película de la jornada, el ómnibus japonés Sabi Sabi Quirky Guys and Gals se ha quedado en la sala de montaje. Intentaremos recuperarlo en la sala de prensa que el festival pone a disposición de los periodistas, y que incluye copia de todas las películas proyectadas en el certamen.
Vietnam era nuestra segunda etapa del viaje. Basada en un best seller nacional la historia que nos cuenta Floating Lives nos transporta a la vida de una familia (padre y dos hijos) que salvan a una prostituta de morir a manos de las mujeres de un pueblo. Su vida, nómada, a la deriva en la barca que los traslada de pueblo en pueblo, pondrá de relieve sus carencias, problemas y anhelos. Un film lastrado por una fuerza emocional que no llega a calar en el espectador, aunque esté cargado de buenas intenciones.
A eso de la una de la tarde el cuerpo nos demandaba hacer una parada técnica. Parada que hicimos en la cafetería que se encuentra frente al Teatro Nuovo. Buena comida, buena compañía… y una hora más tarde, una de las películas de la jornada: Villain (del japonés de origen coreano Lee Sang-il). El realizador de Hula Girls logra en esta ocasión un film poliédrico, que nos habla de la maldad y de sus diferentes caras. La investigación del asesinato de una joven de clase media nos llevará a cuestionarnos, ya no el origen del mal, sino quién es el “villano” de la película. ¿El asesino o la víctima? ¿La policía o la prensa? ¿El ‘médico milagrero’ extorsionador o el joven de clase alta incapaz de asumir su papel en la sociedad? Villain mereció los premios que recibió de su Academia, sí señor, y Lee Sang-il ha dado un paso de gigante: ya no dirige ‘telefilms’, ahora ya empieza a dominar la cámara de cine.
Muchas expectativas teníamos ante la película china de la jornada. Buddha Mountain, estrenada hace escasas fechas en China con enorme éxito, es uno de esos films que justifican por sí mismos un festival. La directora Li Yu logra un fresco de la sociedad china a través de la vida de tres jóvenes y la relación que establecen con su nueva casera, una actriz de la Ópera de Pekín, que trata de ocultar las cicatrices que la vida le ha ido dejando (ese coche siniestrado que guarda bajo llave en el garaje de casa). Carismáticos personajes y una cámara inquieta que no sabe bien dónde fijarse, nos sumergen en la odisea de la búsqueda de nuevos sistemas familiares, a la búsqueda de arraigo, de empatía.
El remate de la jornada fue sonado. Dos de los mejores thrillers asiáticos en una sesión doble: The Man from Nowhere (de Lee Jeong-byeon), la película coreana más taquillera del año pasado y que contaba con la presencia de su director. Y a las doce de la noche la hongkonesa The Stool Pigeon, donde Dante Lam demuestra que es uno de los directores más en forma de la cantera de Hong Kong.
¿Dormir…? ¿Comer…? Bienvenido a la dieta mediterránea del FEFF: cine, cine, cine, cine.

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