Unos días antes del inicio del Festival de Cne de Sitges, charlamos con su director Ángel Sala. Él había sido uno de los primeros en ver la última película del tailandés Apichatpong en Cannes durante su presentación oficial. No nos resistimos a hacerle la siguiente pregunta: “Ángel, podrías darnos 3 motivos para que entremos a ver la película Uncle Boonmee Recuerda sus Vidas Pasadas”.
¿Tres motivos? –Ángel sonríe ante lo atrevido de la pregunta-. Es fácil. Primero porque la considero una de las cinco películas fundamentales del 2010. Segundo, porque es una de las cinco películas que cambian el cine para siempre, junto con Origen y Toy Story 3, en el presente año. Y en tercer lugar porque demuestra que Apichatpong es un genio. Primero, porque confirma que es un gran director, entiende a la perfección el elemento cinematográfico de su idiosincrasia cultural. Y también, porque ha conseguido cautivar a toda la crítica internacional: siempre acaba haciendo la película que le viene en gana, y todo el mundo dice que es un genio. Es para alabarlo. Que venga con Uncle Boonmee… a Cannes debajo del brazo y que al final acaben dándole la Palma de Oro, no es algo que se haga todos los días.
Apichatpong no es un director al uso. Su cine, tampoco. Sus películas van más allá de los patrones que rigen el lenguaje cinematográfico convencional (planteamiento, nudo y desenlace). El lenguaje que utiliza el director tailandés es más próximo al videoarte que al cine (el cine que entiende la gran mayoría de los espectadores que van a una sala). Aún y así, y desde el conocimiento de prácticamente toda la obra del director, y desde hace apenas unas horas, desde el valor añadido que supone conocer al director en persona, puedo decir que "ahora entiendo un poco más su forma de encarar un proyecto cinematográfico". Me explico.
Cuando Apichatpong finalizó su tríptico autobiográfico Blissfully Yours (acerca de su ciudad natal), Tropical Malady (sobre su vida) y Syndromes and a Century (alrededor de sus padres), los espectadores quedaron a la espera de ver hacia dónde iba a dirigir su mirada en su sexto largometraje. Uncle Boonmee… nace así como un sorprendente recorrido por la experiencia vital del director: homenaje a la cultura pop de clases bajas, a los cuentos populares y tradicionales tailandeses, así como una mirada reflexiva hacia la situación de alineación política en la que vive instaurada su Tailandia natal. La película ha sido concebida como una parte integrante de un todo, el proyecto multi-media llamado “Primitive”, en el que Apichatpong ha estado trabajando desde 2009. Un proyecto que incluye diferentes instalaciones y formatos: desde dos cortometrajes, A Letter to Uncle Boonmee, y Phantom of Nabua. Además de un libro fotográfico, que incluirá imágenes relacionadas con el lugar de nacimiento del proyecto, Isan.
Uncle Boonmee Recuerda sus Vidas Pasadas gira entorno a la historia del tío Boonmee que ha decidido pasar sus últimos días rodeado de sus seres queridos en el campo. Sorprendentemente, el fantasma de su esposa fallecida parece cuidar de él y su hijo, desaparecido hace tiempo, regresa a casa bajo una forma no humana. Considerando las razones de su enfermedad, Boonmee camina por la jungla con su familia hacia una misteriosa cueva en la cima de una colina, el lugar del nacimiento de su primera vida. Al igual que muchos budistas en el lecho de muerte, el tío Boonmee ha optado por la práctica de la meditación (contemplación de su vida anterior, aceptando el karma, y encontrar la paz, antes de dar la bienvenida a la muerte). Apichatpong nos traslada al mundo que se encierra en la mente del protagonista, donde nos enfrentará a temas como la reencarnación y el desconcierto existencial. Sus imágenes nos sumergen en una tierra crepuscular, como si se tratara de la puerta de entrada a una etapa de meditación. Como si el espectador estuviera a punto de iniciar un viaje. Hacia las vidas pasadas del tío Boonmee. Hacia la creencia común en Tailandia que habla de que una persona tiene que pasar diez vidas animales antes de renacer como su último ser, un ser humano.
Muchas de las historias que Apichatpong nos cuenta en su film están relacionadas con la cultura popular tailandesa, destacando la estrecha relación en la que a menudo viven los seres humanos, los animales y los fantasmas. Desde la visita de la amada muerta, una creencia común entre el pueblo tailandés y que ha sido llevada al cine con anterioridad (Nag Nak, de Nonzee Nimibutr, es un ejemplo), o la historia del mono convertido en fantasma, que tiene su origen en un popular cómic tailandés muy difundido entre las clases más populares. Apichatpong está fascinado con todas estas historias, y son el motor de la narración. Las imágenes granuladas que muchas veces presenta a lo largo del metraje, vienen de la utilización de cámaras de 16 mm , en un claro homenaje del director a las viejas películas tailandesas en la década de 1960, donde abundaban los productos fantásticos y de terror.
Es cierto que las películas de Apichaptong son catalogadas como obras dirigidas hacia la sensibilidad del espectador, carentes de trama convencional. Es una afirmación que si bien es refrendada por Uncle Boonmee…, no es óbice para que el director nos ofrezca una subtrama o contexto político en su sexto largometraje. Como el fantasma del mono, en realidad un ser humano que se siente transformado, debido a su sentimiento de alineación de la sociedad en la que vive el pueblo de Nabua (ciudad en la que se inició el proyecto). Este pueblo tailandés fue etiquetado como zona comunista durante la década de 1960-1980, un lugar donde los hombres eran sacrificados y las mujeres fueron violadas a partir de la agitación política. O casi al final de la película, donde el director intencionalmente desafía la censura tailandesa, dejando que su “mono” realice un sinfín de actividades prohibidas: desde disfrutar de una ducha de agua caliente, a vestirse con una particular camiseta o visitar un karaoke.
En definitiva, la filmografía de Apichatpong se aproxima más al concepto de viaje, de recorrido iniciático, que al de seguir un argumento convencional. Y como en todo viaje es importante dejarse llevar.
¿Necesario? Evidentemente.
¿Creativo? Sin duda.
¿Merece la pena descubrirlo? Yo os diría que no dejarais pasar la oportunidad.
Enrique Garcelán (CineAsia)
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