No suelo poner sinopsis en mis reseñas porque esa información ya está en la web del festival, pero si haré un mini-resumen para que os hagáis un idea: una mujer con una vida bastante triste se obsesiona con un piso con vistas al mar. Además de los contratiempos económicos se interpondrán otras "cosas" en su camino, "cosas" que ella eliminará de forma original, despiadada y gore hasta conseguir su sueño.
Lo que más que cuesta de asimilar en esta historia es que está basada en hechos reales (aquí nos viene muy bien eso de que la realidad supera la ficción), y quiero creer que lo han hiperbolizado al máximo, que no fue así de truculento, ya que los crímenes que comente la protagonista harían retroceder al mismísimo Jason Voorhees. Y ahí radica la diversión. Casi todos los asesinatos tienen el ingenio como aliado, y el modo tan explícito de retratarlo hace las delícias de los amantes del gore, que luce unos efectos de maquillaje impecables.
Pang Ho-Cheung nos cuenta los hechos saltando hacia atrás en el tiempo con flashbacks costumbristas, y saltando hacia delante para dejar evolucionar el enredo homicida, supongo que para dejarnos respirar entre muerte y muerte, y para disimular lo lineal y básica que es la narración en sí. Pero la verdad es que consigue mantener nuestra atención todo el tiempo y hacer que los golpes duelan. La actriz principial, que lleva el poco peso interpretativo del film también está de miedo (nunca mejor dicho), y el tono ambiguo del relato -drama costumbrista o broma macabra (lo de la broma lo entenderéis mejor cuando veais lo que pasa en el piso de los jóvenes)-, le confiere un equilibrio muy curioso.
Sin ser una gran película, puede considerarse de todas formas, imprescindible para los aficionados al género.
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