jueves, 14 de octubre de 2010

Bodyguards and Assassins: el arte en pantalla grande

De nuestro colaborador Eduard Terrades


La última sensación proveniente de esa magnifico oasis capitalista de la china comunista es Bodyguard and Assassins, un blockbuster crítico con el asedio político practicado por el gobierno de la República Popular de China desde los tiempos en que los británicos incautaron la zona de Hong Kong, que ningún historiador de cine debería perderse. Y menos aún cualquier aficionado al cine de acción asiático.

Año 1901. Primer asesinato político de Hong Kong. En 1905, Sun Wen, un revolucionario exiliado, emprende acciones desde el núcleo de la resistencia en pleno centro de Hong Kong. Varias familias chinas exiliadas le siguen la corriente e intentan promover una revolución que termine con las ansias imperialistas del Emperador, con la utopía de construir la Primera República Democrática China. Varios espías del gobierno de Pequín se infiltran en las calles del ya por entonces bullicioso Hong Kong, ante la pasiva mirada de los gobernadores británicos. Su objetivo: asesinar a Sun Wen. Pero no les resultará tan sencillo penetrar en el corazón del grupo revolucionario, pues estos cuentan entre sus filas con expertos luchadores de kung-fu. A grandes rasgos este es el argumento de esta superproducción rodada por Teddy Chan, partiendo en todo momento de unos hechos históricos y de unos personajes que en verdad existieron. Un relato que se expande con fuerza en sus más de dos horas de metraje, equilibrado y estructurado en dos partes muy diferenciadas: mientras que en la primera hora asistimos a las confabulaciones de ambos bandos y a la presentación de todos los personajes relevantes, en la segunda hora presenciamos los diferentes enfrentamientos para salvaguardar la integridad física del líder revolucionario.

Ante todo, Bodyguard and Assassins es una película histórica, que se aprovecha de esos acontecimientos políticos y sociales de la época para evolucionar hacía un tipo de cine negro en el que el espionaje y las alianzas familiares desempeñan un factor fundamental para el desarrollo de la trama. Puede que ese hermetismo histórico frene a esos espectadores indecisos, pero seguro que su opinión cambia si les decimos que Donnie Yen interviene en ella para aportar su granito de arena marcial que reactiva la acción en esas secuencias necesarias para no aburrir al neófito que desconozca las coordenadas del cine de Hong Kong. Son pequeños enfrentamientos secundarios algo violentos que aportan la ración habitual de artes marciales tan idiosincrásica del cine de la ex-colonia británica. Son pugnas que aportan coherencia a la historia y al título del filme. No son muy realistas, pero si espectaculares y de una contundencia extrema en según que escenas.

Otras virtudes ha destacar son esas explosiones tan bien filmadas, persecuciones muy cinematográficas (la última de todas imitando la bajada de las escaleras de El Acorazado Potemkin), extremo perfeccionamiento técnico en las escenas de acción, una cuidada recreación del Hong Kong de principios del siglo XX, (excelente diseño artístico) y una tardía reivindicación de los principios democráticos en un territorio en el que por ley seguirá prevaliendo el régimen capitalista hasta el año 2046. Y es que seguramente al gobierno chino no le debe haber sentado muy bien que esta producción se haya convertido en la película más taquillera de Hong Kong y Macau durante dos meses consecutivos, y que encima consiguiese hasta ocho premios en los Hong Kong Film Awards 2010. Pero ya se sabe que este reducto territorial del capitalismo desenfrenado sigue buscando sus libertades individuales como esos personajes que en su día fueron considerados unos terroristas y que un siglo después son recreados como unos auténticos héroes cotidianos revolucionarios. La historia no se ha deformado, sigue siendo la misma, pero la percepción que se tiene de ella varía en función de quien la cuenta, y precisamente Teddy Chan juega con esta ambigüedad sin perder ni un solo ápice de ritmo y de lo que podríamos definir como cine comercial de autor. 

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