De nuestro colaborador Óscar Sueiro
Si antes de entrar en la sala de proyección me hubieran dicho que se trata de la última película de Takashi Miike, hubiese colado perfectamente. Monga empieza con forma y estilo muy parecidos a Crows Zero y sigue como una película de jóvenes iniciados en la mafia yakuza, a las que estamos tan acostumbrados en este Festival. Sólo que en esta ocasión el marco es Monga, un barrio de Tai Pei.
Si antes de entrar en la sala de proyección me hubieran dicho que se trata de la última película de Takashi Miike, hubiese colado perfectamente. Monga empieza con forma y estilo muy parecidos a Crows Zero y sigue como una película de jóvenes iniciados en la mafia yakuza, a las que estamos tan acostumbrados en este Festival. Sólo que en esta ocasión el marco es Monga, un barrio de Tai Pei.
El tono ligero de los primeros actos y el irremediable cariño que le coges a los protagonistas, augura que las cosas se van a poner feas, y es que de hecho, no podía ser de otra forma si juegas a ser gángster.
Personajes carismáticos, fotografía estupenda y un buen guión, hacen de Monga un entretenimiento asegurado para cualquier fan de esta vertiente del cine oriental. Si tuviera que poner algún pero, aludiría al exceso de metraje que se solventaría eliminando un par de tramas que no suman nada de manera sustancial, y que sin ellas y sin esos veinte minutos de más, estaríamos ante un film casi redondo. Sea como sea, desde aquí recomiendo su visionado ahora que ya sabéis por donde van los tiros.
Parece que los taiwaneses le están cogiendo el pulso al cine negro.
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