La silla vacía que se vio en medio del escenario del Berlinale Palast tan solo hace unos días, se ha convertido en una de las imágenes de la Berlinale. "El simple hecho de invitar a Panahi para formar parte del jurado, aun sabiendo que había la posibilidad de que no estuviera aquí, ha sido una señal clara por parte de la organización a favor de la libertad de expresión", comentó Isabella Rossellini, presidenta del jurado de la Sección Oficial.
Jafar Panahi, realizador de cine que en 1995 ganó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes por la película El Globo Azul y en 2000 el León de Oro en Venecia por El Círculo, pasará los próximos seis años en la cárcel. Así lo decidió un tribunal iraní que además le prohíbe abandonar el país y hacer películas durante los próximos 20 años.
En una edición del certamen marcada desde el principio por la ausencia de Panahi, la película Nader y Simin, una Separación, del director iraní Asghar Farhadi, se convirtió en la absoluta protagonista de la noche de la clausura, al llevarse tres de los mayores premios: el Oso de Oro como mejor película y los Osos de Plata para las mejoras interpretaciones masculinas y femeninas. Muchos verán este galardón como un premio político. La verdad es que la cinta iraní fue, de lejos, lo mejor que pudo verse en la Berlinale dentro de la Sección Oficial.
Es cierto que habrá quienes podrán silenciar las voces disonantes. Tan cierto como que, por desgracia, siempre existirán regimenes dictatoriales. Pero tenemos un arma muy importante. El cine. Nadie podrá impedir que Panahi... con su ausencia... mantenga la lucha por los derechos de muchas personas en Irán. Porque el cine es magia. Y los dictadores no saben de estas cosas.
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