Nacido en Hyogken (Kobe) hace ahora cincuenta y siete años, la obra de Kiyoshi Kurosawa nos presenta la dualidad entre el mundo tecnológico y el natural, donde la irrupción del primero, sinónimo de distanciamiento y deshumanización, se desvanece bajo un mar negro, furioso e implacable. Tras el lanzamiento en nuestro país de Kairo (Pulse), y después de la aparición en formato doméstico y de la mano de Mediatres, de su cinta Cure (1997): una de sus obras imprescindibles para acercarnos al decálogo temático y artístico de este genial director, llega ahora su última obra: Tokyo Sonata (2008), un canto a la vida en clave de realismo social, que parece alejada del universo previo de su realizador, aunque la verdad es que el director nos habla de sus mismas constantes, aunque utilizando un lenguaje diferente.
Para entender un poco más acerca de la filmografía de Kurosawa rescatamos la entrevista que CineAsia mantuvo con él durante su estancia en Sitges-2006, para presentar su última obra, Retribution.
CineAsia: ¿Es ésta su primera vez en España?
Kiyoshi Kurosawa: La verdad es que sí. Es mi primera vez en un festival como el de Sitges, y también mi primera vez en España.
CA: La mayoría de sus films acaban con el Apocalipsis, ya sea personal, en algunos casos, o de la sociedad en otros. ¿Por qué? ¿Es su visión de la vida tan pesimista como parece?
KK: Personalmente no soy pesimista, la verdad es que soy más bien optimista. Quizá sea mi visión positiva de la vida lo que se refleja en mis películas: quiero que el protagonista experimente o se enfrente a un mundo extremo, para poder valorar dónde se encuentran los límites de nuestra sociedad. Como si se tratara de un desafío, y siempre, dado mi optimismo, creo que mis protagonistas son capaces de aguantar cualquier situación a la que se enfrenten en este mundo donde la crueldad y las diferencias imperan. De hecho mis finales son abiertos, no procuro pronunciarme…
CA: En un documental acerca del rodaje de su película Bright Future venía a decir, refiriéndose al tema central unificador de sus películas, que no existe tal tema principal, y que ésta es una de las características de sus films. ¿Qué nos puede decir al respecto?
KK: Antes de empezar a rodar mis películas nunca tengo un tema central definido. Lo único que tengo claro son unas cuantas claves que pretendo desarrollar a través del devenir de la historia. Muchas veces es el propio set de rodaje, mi experiencia con los actores, lo que va a influir en el resultado final. Una vez finalizado el rodaje, cuando contemplo el material, es cuando va adquiriendo forma el tema central que quería expresar.
(Kurosawa parece muy interesado en continuar explicando su experiencia) Muchas veces no va ser sino durante la promoción de mis películas, a la hora de realizar una entrevista, cuando este tema que ha estado latente no se hace evidente para mí. Rodar una película es un proceso muy interesante, pero también lo es charlar con la gente, ver las impresiones que a las personas les ha llegado a través de las imágenes.
CA: Refieriéndome concretamente a Kairo (Pulse), ¿qué opina de que uno de los verdaderos terrores a los que se enfrenta la sociedad moderna sea quedarse sin batería en el móvil?
KK: (El director asiente y sonríe tras escuchar la última pregunta) – Quizá sea cierto, hoy en día la gente cree que el móvil es el vehículo a través del que está conectado con otras personas. Al quedarte sin batería te sientes desconectado, como si el mundo se parara ahí. Es un tema contemporáneo, a pesar de que su raíz, la soledad, siempre ha estado presente.
CA: Durante los primeros años de su carrera, la mayoría de sus proyectos estaban destinados al mercado del vídeo, pero de un tiempo a esta parte, a raíz de los éxitos y prestigio conseguidos en festivales internacionales, sus películas se estrenan con regularidad en los mercados internacionales. ¿Le ha supuesto esto una mayor facilidad para conseguir financiación en su país? ¿Ha aumentado el grado de responsabilidad al hacer las películas?
KK: La verdad es que te llena de satisfacción saber que mis películas se estrenan fuera de mi país y pueden llegar a un mayor número de personas. Una de las películas que más me han ayudado a alcanzar este estatus es Cure (1997), un thriller a raíz del que, incluso la Academia Japonesa de cine, reparó en mi trabajo. Desgraciadamente, el tema financiero siempre es un obstáculo a la hora de encarar un proyecto. Tengo la fortuna de contar con unos cuantos productores que confían en mis trabajos y me dan la suficiente libertad creativa para desarrollar mis historias, y sé que esto no es fácil hoy en día. Como anécdota me gustaría comentar que muchas veces, cuando asistimos (se refiere a los directores japoneses más conocidos por el público occidental: Takashi Miike, el propio Kurosawa…) a festivales fuera de nuestro país, la mayoría de las personas se creen que somos verdaderas estrellas en Japón, pero la verdad es muy diferente. En Japón, tanto Miike como yo somos directores de culto, apartados del mainstream, y para nada populares. Así que cuando me preguntan cómo se encuentra la cinematografía japonesa, muchas veces no sé qué contestar…
CA: Particularmente me entusiasma el tratamiento de la luz y de los colores en sus películas, por ejemplo en Korei (Seance), hay una secuencia que acontece en un pasillo, y un rayo de luz penetra a lo largo de él, hasta mostrarnos el lugar donde está oculto uno de los protagonistas. Es un momento muy bello pero muy terrorífico a la vez. O el color rojo de la cinta en Kairo o del vestido en Retribution. ¿Podría contarnos cómo es su trabajo con la luz?
KK: Te agradezco mucho el ejemplo que has mencionado de Korei, porque es un detalle, que si bien yo soy consciente de que está ahí, muchas veces puede pasar desapercibido para el público. No creo que tenga una sensibilidad estética muy refinada o por encima de la media, pero siempre he considerado la luz como un elemento del lenguaje cinematográfico más, y por tanto, trato de cuidarlo al máximo. En cuanto al uso de colores vivos (rojo…), mis films no suelen tener colores muy marcados, casi están teñidos de un blanco y negro permanente, y utilizo los colores vivos para remarcar un acontecimiento, provocar la atención del espectador.
CA: Uno de sus fuertes, es la habilidad con la que combina un cine de género (más ligero o comercial) con el cine de autor. ¿Aprovecha el cine de género para introducirnos sus preocupaciones más metafísicas?
KK: (El director sonríe de nuevo y mientras descansa su cabeza en su mano comenta) – Muchas gracias por vuestra opinión, porque creo que es esta reflexión, la que quiero mostrar en mis películas. Comentaba antes que durante el rodaje, mis pensamientos están con los actores, con la luz, con el sonido… El tema quizá se encuentre sobrevolándonos a todos, aunque no se hace evidente. Es misterioso, como un truco de magia: a pesar de todo, el tema, o lo que quiero expresar, acaba estando presente en cada uno de los fotogramas una vez se termina el rodaje.
CA: Sus fantasmas son seres tristes, pero muy poéticos a la vez. En Kairo, eran personas que se iban alejando de la humanidad hasta convertirse en fantasmas. En Retribution cuando la persona es olvidada por los demás, se convierte así en un espectro. ¿Es buscado ese halo poético a la par que triste en sus personajes?
KK: A pesar de que desafortunadamente (sonríe) todavía no he visto a ningún fantasma, pienso que éstos tienen más de ser humano que de demonio. Así quiero tratarlos en mis películas, como si se tratara de la historia de una persona. Quizá debido a ello, y al carácter que le imprimen los propios actores, los fantasmas que aparecen en mis películas tienen esas características que los diferencian del resto.
KK: Es un proceso muy natural, hablando de la tradición japonesa, que los cuentos de fantasmas, reflejen aquellos temas polémicos de la sociedad. Es una metáfora, como si los propios humanos no se dieran cuenta de estos problemas, y tuvieran que ser los espectros los que los evidenciaran. En este sentido, el método que utilizo en cuanto a la composición de los fantasmas es muy tradicional de la cultura japonesa… Aunque no sé lo que pasaría si me encontrase un día cara a cara con un fantasma…
CA: Y para acabar, una última pregunta: Retribution vuelve a estar protagonizada por Koji Yakusho, actor con el que había trabajado anteriormente en numerosos proyectos. ¿Ve al actor como una especie de alter ego suyo en la pantalla? ¿Cómo es su trabajo con Koji?
KK: Casualmente Koji y yo pertenecemos a la misma generación, con lo que tenemos mucho en común y a compartir, sobre todo a la hora de valorar diferentes aspectos de la sociedad. Hay una cosa muy curiosa que me sucede con él, y es el hecho de que tras realizar películas, yo con otros actores, y él con diferentes directores, tenemos la necesidad de reencontrarnos. Necesitamos estar juntos. De ahí que nos unan más cosas que la típica relación director/actor. Y sí, quizá tengas razón en el hecho de que Koji sea mi alter ego en los films… y como, poco a poco, vamos envejeciendo, esto hace que nuestros protagonistas vayan cambiando a la par que nosotros cambiamos.
Muchísimas gracias, ha sido un verdadero placer…
Borja Elgea, para CineAsia
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