Mediatres Estudio acaba de lanzar esta semana dos de los títulos más potentes de la cinematografía japonesa. Dos títulos que tan bien recuerdan los espectadores que asistieron al pasado Casa Asia Film Week, ya que ambas: la sesión de Confessions, y la siguiente de Space Battleship Yamato, acabaron con un éxito de público.
Nos acercamos hoy al primero de estos lanzamientos, el de Confessions, por partida doble: en primer lugar, con la crítica de la película realizada por nuestra colaboradora y amiga Beatríz Martínez, y en segundo lugar convocando un nuevo concurso para que puedas conseguir uno de los dvds de la cinta de Tetsuya Nakashima. No quiero haceros esperar más.
Confessions. Director: Tetsuya Nakashima Año: 2010 País: Japón Con: Takako Matsu, Yoshino Kimura, Masaki Okada, Ai Hashimoto. Género: Thriller/Drama
A pesar de ser todavía un director prácticamente desconocido en nuestro país, Tetsuya Nakashima se ha convertido en uno de los autores más interesantes del panorama cinematográfico japonés. Su capacidad de inventiva estalló en títulos emblemáticos como Kamikaze Girls o Memories of Matsuko, en las que utilizaba el mestizaje genérico para imbuirse en la cultura pop de su país de origen y extraer de ella todo su revulsivo componente kistch. Sin embargo, en su último y aclamado trabajo, Confessions, abandona el pastiche y el colorido visual que se habían convertido en marcas de estilo para adentrarse en un relato de naturaleza mucho más sombría en el que predomina la sobriedad y la estilización en la puesta en escena al tiempo que sus imágenes discurren al ritmo melancólico e insistente de un tema de Radiohead.
A pesar de ser todavía un director prácticamente desconocido en nuestro país, Tetsuya Nakashima se ha convertido en uno de los autores más interesantes del panorama cinematográfico japonés. Su capacidad de inventiva estalló en títulos emblemáticos como Kamikaze Girls o Memories of Matsuko, en las que utilizaba el mestizaje genérico para imbuirse en la cultura pop de su país de origen y extraer de ella todo su revulsivo componente kistch. Sin embargo, en su último y aclamado trabajo, Confessions, abandona el pastiche y el colorido visual que se habían convertido en marcas de estilo para adentrarse en un relato de naturaleza mucho más sombría en el que predomina la sobriedad y la estilización en la puesta en escena al tiempo que sus imágenes discurren al ritmo melancólico e insistente de un tema de Radiohead.
El director se adentra en la trastienda del horror cotidiano, en la génesis de monstruos infantiles capaces de cometer las mayores atrocidades, configurando una sociedad que ha ido perdiendo los cimientos de la moral para convertirse en una degeneración patológica de sí misma. La tortura emocional y la crisis existencial se apoderan de los personajes de la película. Por una parte, una profesora que ha perdido a su niña, asesinada; por otra, algunos de sus alumnos, involucrados en tan fatídico crimen. Nakashima concentra sus fuerzas en un arranque de una virulencia inesperada que determinará el juego de venganzas que se desarrollará a continuación: la maestra habla con detenimiento a una clase que no le presta ninguna atención hasta que, durante su monólogo, confiese un secreto que les atañe directamente, dando inicio a una serie de acciones que determinará una espiral de culpabilidades no asumidas y de traumas anclados en un pasado que siempre termina por volver. Un camino escabroso hacia las profundidades del alma más retorcida del ser humano en el que no hay lugar para la esperanza, porque todos los personajes, al fin y al cabo, están condenados de antemano. Así, sus confesiones no tendrán nunca un carácter catártico, sino únicamente punitivo, porque de lo único que se trata es de enseñar a través del dolor. Una mirada extremadamente amarga hacia una sociedad y hacia toda una generación que parece podrida de antemano, que no tiene alma y que ha perdido la capacidad de sentir.
Tetsuya Nakashima dota de una fuerza poética desgarradora a las imágenes de la película, quizás abuse de los ralentíes y las imágenes evocadoras pero éstas terminan imprimiendo un tempo muy preciso y una sensorialidad que nos introduce directamente en la psique y en las motivaciones de cada uno de los personajes. La crueldad a veces puede ser también bella.
Lo mejor: El tratamiento visual con el que envuelve el director la cinta.
Lo peor: El exceso de ralentíes pueden resultar demasiado enfáticos.
Beatriz Martínez
Gran película y gran artículo. Felicitaciones a la ilustrísima autora.
ResponderEliminar